
La eterna disputa entre el respeto y la conservación del territorio en México y distintas nociones de progreso cristaliza en Chiapas por estos días, con el caso de José Luis Gutiérrez y César Hernández. Vecinos del municipio de Chilón, cerca de Ocosingo, en el corazón de la selva Lacandona, Gutiérrez y Hernández acaban de ser condenados a dos años de prisión por marchar en contra de la construcción de un cuartel de la Guardia Nacional en su localidad, hace poco más de dos años. . .
Más allá de la condena, que difícilmente obligará su ingreso a prisión, sino del pago de una multa de 6.500 pesos (320 dólares), el proceso se entiende en Chilón como una amenaza ante cualquier tipo de protesta, ya sea policial. cuartel general de la Guardia Nacional, que finalmente se construyó, o uno diferente. Gutiérrez y Hernández son miembros de una organización regional, Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevipe), que ha criticado el desplazamiento forzado de pobladores de otras localidades, en el caso de Chenalhó, o la construcción de una supercarretera entre San Cristóbal de las Casas y Palenque.
“César y José Luis pertenecen al Ejido San Jerónimo, parte de Chilón, que es donde se iba a construir el cuartel. Y decidieron protestar, junto con otros ejidatarios, porque ni siquiera habían sido consultados como ejido. La protesta fue en la carretera que comunica con Ocosingo. Fue algo pacífico y luego, arbitrariamente, la policía estatal los detuvo a los dos”, explica Ivette Galván, parte del equipo legal que apoya a la comunidad, junto al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba).
Galván y César Contreras, compañeros del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, explican que el intento de construir el cuartel derivó en el primer juicio de amparo contra la construcción de un complejo de este tipo en México. “La presencia de una institución militarizada en la zona no se justificaba porque los índices de criminalidad son muy bajos. Y además, no se comunicó debidamente a la población y no se consultó con anticipación”, explica Contreras.
Tanto Centro Pro como Frayba han criticado la sentencia del juez, principalmente por la nefasta calidad de las pruebas presentadas en el juicio por la Fiscalía General del Estado, según explicaron las organizaciones. La dependencia acusó a los dos hombres de un delito de motín. En un comunicado, Frayba explicó que la Fiscalía no probó que ni uno ni otro hubieran cometido ningún delito. Lo que es peor, la agencia ignoró las denuncias de tortura contra los agentes cautivos, presentadas por los dos activistas.
“Los testigos presentados no acreditaron pertenecer a la Policía Estatal, ni su participación durante los hechos de la protesta del 15 de octubre de 2020, cuando los Ejidos de San Sebastián Bachajón y San Jerónimo Bachajón se opusieron a la construcción de un cuartel policial. la Guardia Nacional en su territorio indígena sin haber sido consultados previamente”, se lee en el comunicado. “Del mismo modo, la Fiscalía no demostró la calidad de peritos y juristas en su materia dentro de la investigación, quienes respaldaron lo dicho por el elementos que acusaron a los defensores comunitarios”, agrega.
Un cuartel en la selva
El 15 de octubre de 2020, vecinos de la cabecera municipal de Chilón y otras comunidades marcharon hacia San Sebastián Bachajón, para protestar por la construcción del cuartel. La Secretaría de la Defensa Nacional estaba en medio de una de sus grandes cruzadas del presente sexenio, construyendo desde cero un aparato logístico en todo México, para la nueva corporación de seguridad, la Guardia Nacional, nacida un año y medio antes. Sólo en Chiapas construiría una decena de cuarteles.
Para los pobladores de Chilón y algunas de sus comunidades, la llegada del complejo a su territorio fue vista con malos ojos. Según explicó el propio Gutiérrez a la periodista Orsetta Bellani el año pasado, su llegada traería “problemas como fusilamientos y todo tipo de violencia contra la población local, alcoholismo, drogadicción y prostitución”. Hernández aclaró que lo anterior no era hablar por hablar. “Lo sabemos porque en nuestro territorio ya teníamos un cuartel militar. Lo construyeron en la década de 1990 después del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y con la lucha logramos cerrarlo, porque nos causó muchos problemas”.
En algún momento de la marcha, policías estatales, bajo la lupa desde hace años por las tácticas que utilizan en contextos de protesta social, en el caso de la represión a los estudiantes de la Escuela Normal Mactumatzá en 2021, la tomaron contra los vecinos de Chilón. Según Frayba, la policía atacó duramente. Once personas resultaron heridas y Gutiérrez y Hernández quedaron bajo custodia. La policía los mantuvo incomunicados y denunciaron torturas por parte de los agentes.
”Se denunció el aislamiento al que fueron sometidos y las torturas por parte de los agentes, pues cuando los detienen son golpeados reiteradamente. Y luego los mantienen incomunicados durante cinco horas. Pero la Fiscalía dijo que no iba a considerar ese asunto, aunque consideraría actos de corrupción por parte de los agentes. La policía le quitó 2.000 pesos a José Luis y su celular”, explica Jorge Luis López, de Frayba.
Además de la tortura y el confinamiento solitario, los dos hombres fueron encarcelados en una cárcel de Chiapas durante más de dos semanas. Luego fueron puestos en libertad, pero la Fiscalía ya les había iniciado un proceso por motín. El juez los procesó y aunque les permitió realizar su proceso en libertad, los obligó a ir cada pocos días a Ocosingo, a varias horas de su domicilio, a firmar. Jorge Luis López explica que los condenados apelarán la sentencia y volverán a presentar denuncia por tortura.
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