Dicen que en el ocaso de esa otra oportunidad perdida que fue el foxismo, Adolfo Aguilar Zinser -desertor del grupo al que ayudó a lograr la primera presidencia del PAN y, más importante, el fin del reinado ininterrumpido del PRI- dijo, palabras más palabras menos, “lo mal que lo hemos hecho, hay que empezar de nuevo”.
Esa frase del difunto demócrata que fue Adolfo podría ser el epígrafe del documento que se presenta este lunes y que lleva por nombre “Punto de partida. Una nueva visión de país”. Se trata de unas cincuenta páginas que están firmadas por un grupo llamado Colectivo México.
¿Quién forma parte de Méxicolectivo? ¿Cómo firman los autores del documento? Lo sabremos con certeza este lunes, cuando la presentación oficial en el World Trade Center de la capital reúna a quienes hicieron este diagnóstico, así como a sus impulsores, aliados y, lo más importante, quienes lo adoptarán como semillero. de algo por nacer. .
Porque hay quienes dicen que no es cierto que a nivel de patrocinio de esta iniciativa estén involucrados Dante Delgado, un bailarín de varias vertientes políticas, o Cuauhtémoc Cárdenas y su mirada incansable sobre los problemas que aquejan a México. Todo esto a pesar de que desde hace dos semanas en columnas y notas periodísticas se le atribuye al veracruzano y michoacano ser la paternidad del “Punto de Partida…”.
Con o sin Cárdenas y Delgado en la arena, la frase atribuida a Adolfo coincide con estas palabras del documento: “Nuestras reformas políticas fortalecieron a los partidos, pero no a la ciudadanía. Por ahí debemos empezar.” Qué mal lo hicimos en estos 35 años, en estas dos generaciones, que buscando la democracia solo galvanizamos a un partido-ocracia engreído.
“Punto de partida…” se puede leer en al menos dos claves. Como crítica al actual gobierno, y también como un estado de cosas donde este sexenio es consecuencia de errores e insuficiencias de otros sexenios.
Si “Punto de partida…” se convierte en el activador de más reflexiones, si desencadena una deliberación verdaderamente plural y con visión de largo plazo, si abraza la autocrítica del pasado inmediato sin perder de vista el horizonte, si evita la tentación de solo personalizar en AMLO la amenaza, entonces la sociedad mexicana tiene a la mano el borrador de un crudo diagnóstico de diversas dolencias en México; unas líneas iniciales para trazar un camino tendiente a corregir viejos problemas -ahora agravados– evitando idealizar la transición.
De lo contrario, si este documento se utiliza básicamente como un ariete para arremeter contra Andrés Manuel López Obrador, la iniciativa, que según sus impulsores lleva más de un año en marcha, no estará a la altura de lo que exige el momento. Una revisión inicial del documento parece confirmar que los autores se permitieron demasiados calificativos sobre la actual presidencia en la redacción, ¿evitarán esta trampa en el futuro?
Porque antes de enfrentar las tormentas de polvo que desde Palacio Nacional los han preparado para descalificarlos con burlas sobre su pasado y protagonismo en gobiernos del régimen anterior, los autores de esta reflexión plasmada en páginas en siete capítulos tienen que superar otro desafío no menor: las Partes que tendrían que adoptar este “Punto de Partida…” no tienen un solo incentivo –más que fraudulento– para saludar la aparición de un texto que los ubica como coautores del desastre.
La cita de este lunes representa la llegada a la mesa política de ese tipo de invitado que siempre es convocado por conveniencia, pero con todas las ganas de que nunca aparezca.
Los actuales dirigentes de Acción Nacional Revolucionaria Institucional lo dejaron muy claro a principios de este año. Al presentar su reconciliación partidista semanas atrás, luego de la traición del líder priísta a la llamada alianza opositora, lo destacable fue que las organizaciones ciudadanas que han dado oxígeno a estos dos dinosaurios del partido mexicano no fueron invitadas a la foto de quienes , dijeron, están listos para ganar el futuro.
Por eso, la ofensiva que le llegará a este grupo por parte del presidente López Obrador parece inocua frente al daño que les podría causar una respuesta hipócrita, que les haría perder tiempo y oportunidades, de parte de quienes, si de verdad buscan la democracia , estarían llamados a ser los aliados naturales de un documento de esta naturaleza.
Con su estilo particular, ese que desdeña todo al punto de que no le importa mostrarlo para después demostrar que nada se puede hacer contra él, AMLO le hará un favor a este documento al denunciarlo como una aventura de emisarios del pasado. que lo maltratan, y ternura por el estilo. Si logran aprovechar ese impulso mediático evitando convertirse sólo en el aperitivo del discurso victimizador de los tabasqueños, el documento habrá comenzado su andadura con buen pie.
Ser algo más que un plato en el menú de la mañana requerirá precisamente de los impulsores para lograr el milagro de la conversión democrática de Alejandro Moreno y Marko Cortés, líderes nacionales del PRI y PAN, respectivamente, aferrándose al hueso y a las jugosas prerrogativas que les otorgan. derivado del modelo anterior, aquel que no sólo faculta a Andrés Manuel, sino también a bancadas legislativas que obedecen a los cacicazgos de los líderes partidistas y no a los electores en absoluto.
Las perspectivas, sin embargo, no son favorables. Moreno y Cortés ya dijeron que se arrogan el derecho de repartirse las principales candidaturas para 2024, en un comunicado que no solo marginó a su aliado simbólico, el Partido de la Revolución Democrática, que de inmediato protestó por el arreglo que borró de la negociación–, pero marcó el cortafuegos que deja claro a la opinión pública que podrán hablar y proponer, pero no decidirán en una cita electoral que parece crucial pocas en la historia reciente.
Que nadie se equivoque. Si se quiere construir una plataforma para el futuro, la amenaza inmediata no es el Presidente de la República, sino aquellos aliados que deben demostrar que están dispuestos a hacer el mayor sacrificio: ¿cederán el PAN y el PRI el timón de las campañas en para que ciudadanos y políticos como los que suscriben “Punto de partida…” impongan un rumbo, proyecto y, eventualmente, candidatos que puedan ser creíbles y efectivos como misioneros de una ideología consensuada?
Tendremos una respuesta inicial a esa pregunta en cuestión de horas. En cuanto se presente oficialmente el documento que ya circuló por WhatsApp y ha sido reseñado por múltiples periodistas, ¿qué dirá Alito Moreno? “Ay, ¿qué buena noticia es un texto como este que está firmado en otros por Francisco Labastida, un excandidato presidencial del PRI que cree que puedo destruir al PRI en un santiamén”?
Y más allá de los previsibles pleitos en las respectivas quedadas partidistas, la iniciativa tendrá también otros retos no menores. Es, para empezar, solo uno más de los documentos que circulan sobre lo que supuestamente está pasando en México y lo que grupos de ciudadanos creen que debe ser el camino a seguir. Entre otros, hay un diagnóstico de Sí para México y otro que se le atribuye a la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).
Si bien este documento prevé esa multiplicidad de voces –especifica que llama a que los líderes independientes se unan para configurar “un liderazgo ciudadano plural”– decir que es fácil, lo difícil es no terminar en una torre de babel por nada menos que egos que habrá que reconciliar cuando esa ciudadanía se ponga de acuerdo. La poca apreciación de la política mexicana se revaloriza cuando se sufre de cerca a no pocos protagonistas de la llamada sociedad civil.
Agreguemos a eso un desafío más, uno nada menos. ¿Cuántos grupos de mujeres y/o jóvenes apoyarán esta iniciativa cuando se lance y esté en camino de consolidarse como algo que pueda ser una plataforma de esfuerzos políticos? ¿Qué grupos de buscadores de hijos y maridos desaparecidos, qué activistas por los derechos comunitarios estarán presentes y defenderán este borrador?
En otras palabras, cuán verdaderamente plural es este grupo de firmantes, cuán representativo de quienes más sufren las políticas públicas. Cárdenas, Labastida, Delgado… han estado en trincheras opuestas, ahora dicen que a pesar de los gobiernos y partidos a los que sirvieron, a pesar de que AMLO no se puede entender sin ellos en más de un sentido, a pesar de sus largas carreras, dicen están dispuestos a debatir y conciliar. A enfrentar las críticas por su pasado, a revisar lo que no funcionó, incluso a ellos.
Sin embargo, eso no es suficiente. El ejercicio de pluralidad al que llaman tendrá su prueba de fuego precisamente si la discusión va más allá de los protagonistas más evidentes de la iniciativa hoy. Si en el transcurso de las semanas no se ve que este documento cobre fuerza entre grupos de diversa índole y localidades regionales, si no hay sorpresas ni descubrimientos en los voceros de esa deliberación, si no hay nadie nuevo bajo el sol, entonces Será otra iniciativa del PRI, EMEC y cardenistas. No está mal en sí, pero no lo suficientemente bien.
El documento abunda en retórica –“México es una proeza… es una proeza”– pero aún carece de una estrategia clara. Dice ciertas cosas sobre los riesgos de una presidencia unipersonal y una legislatura “abyecta” (ojo, lo firman algunos de MC, cuyas bancadas han votado demasiadas cosas que ayudan al presidente “unipersonal”, comenzando estas días con el beneplácito de un vicegobernador de Banxico cuyo perfil fue cuestionado y antes con el beneplácito de la ministra Yasmín Esquivel), pero a partir de hoy sus promotores los medirán con la vara que están tirando.
Lo crucial, finalmente, es que la clave que proponen para conjurar el riesgo en que se encuentra la democracia mexicana pasa necesariamente por la limitación de los poderes de los partidos y gobiernos. Se les acusará de proponer que como no pocos se beneficiaron de esos amplios márgenes; Para sortear esa diatriba y otras, para doblar la mano del PRIAN y limitar egos y protagonismos, será crucial el peso de una opinión pública que ya dejó claro el 13 de noviembre que se puede movilizar.
Cuánto es rescatable de la transición, cuánto hay que desechar con lecciones puntuales para no repetir errores, cuánto es un problema del estilo personal de gobernar de AMLO, cuánto es estructural del sistema político mexicano con o sin Tabasco, cuánto cuánto la sociedad mexicana tiene verdaderamente un gobierno con voz coral, cuánto preferimos entronizar a un tlatoani de seis años. Demasiados interrogantes en el aire respecto a un documento que invita a desatar la reflexión, y una casualidad: es hora de volver a empezar, algo que es fácil de decir pero que enfrentará todo tipo de resistencias, propias y ajenas.
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