
Ocurrió una oscura noche del 31 de octubre de 2021 en una vía de Pijijipan, municipio de Chiapas. Un vehículo de la Guardia Nacional estacionado en la vía comenzó a disparar contra otro que circulaba en sentido contrario. El otro vehículo era una camioneta en la que viajaban 12 migrantes y el conductor mexicano. En investigaciones posteriores aseguraron que los militares nunca los detuvieron y continuaron disparando cuando los migrantes detuvieron su marcha. El colombiano Cristóbal Cobeiro murió por heridas de bala. Casi dos años después del hecho, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha determinado en un exhaustivo informe que se trató de una ejecución extrajudicial, y que la Guardia Nacional hizo uso de la fuerza de manera “ilegítima y desproporcionada”.
Una de las víctimas relata que la Guardia Nacional comenzó a disparar desde la torre cuando pasaban. Momentos después se detuvo el conductor de la camioneta migrante en la que viajaban dos mujeres embarazadas y niños. Ayudó a uno de los heridos a poner compresas en las heridas, y cuando revisó la espalda se dio cuenta que el compañero cubano ya estaba muerto. Varios de los heridos fueron trasladados en el mismo vehículo de la Guardia Nacional al hospital. Las otras víctimas que testificaron después del ataque contaron la misma historia. “No nos detuvieron”, dicen los migrantes. Uno de los testigos cuenta que mientras se dirigían al hospital, los agentes dijeron, “en tono de pesar”, que los habían confundido con narcotraficantes.
La Guardia Nacional, sin embargo, compartió una versión oficial muy diferente. Los agentes detuvieron con sus luces el vehículo que venía hacia ellos, pero el conductor de la camioneta del migrante hizo caso omiso a sus órdenes. Fue entonces, según la versión inicial, cuando comenzó el tiroteo. La tragedia ocurrió en un momento de máxima tensión en la frontera y la región sur de México. La Guardia Nacional acudió a asegurar que la camioneta buscaba “atropellar” a los agentes. La llegada de migrantes allí aumentó en ese momento, y una caravana de miles de personas avanzaba hacia el norte imparable. En Tapachula, una ciudad de 350.000 habitantes en la frontera con Guatemala, había entonces 63.000 migrantes varados esperando refugio.
La CNDH asegura que, si bien el conductor del vehículo se negó a cumplir las órdenes verbales de persuasión o disuasión emitidas por la autoridad, los agentes “debieron abstenerse de utilizar sus armas de fuego” hacia la camioneta. En el lugar se encontraron 27 impactos de bala. Los elementos de la Guardia Nacional no regiron su actuación por los principios de “legalidad y respeto a los derechos humanos”, y además realizaron “actos arbitrarios” que atentaron contra la vida de las personas involucradas. Los oficiales hicieron un “uso desproporcionado de la fuerza”, dice el informe, que se dio a conocer el 30 de junio de 2023.
Las acciones que violan los derechos humanos de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano se acumulan en las noticias. A tres años de su creación, la Guardia Nacional superó a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en el número de denuncias emitidas por violaciones a los derechos humanos ante la CNDH. Según datos del Sistema Nacional de Alerta, en 2020 se registraron un total de 350 contra la GN y 359 contra la Sedena. Al año siguiente, sin embargo, las tornas se invirtieron, y la institución que antes era de carácter civil recibió 504 denuncias, mientras que el Ejército acumuló 436.
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