Dante, el corredor de fondo, defiende su tercera vía

Dante Delgado cree que México no está condenado a un shock bipolar en 2024. Rodeado de una camada de políticos mitad jóvenes, mitad experiencia, se lanza a defender la pertinencia democrática, y los retornos estratégicos, del Movimiento Ciudadano presentándose como una tercera vía en las elecciones

La serenidad con la que Dante parece tomarse las cosas enerva a una oposición en la que, paradójicamente, la irrupción del que se ve como un candidato competitivo más que calmarse ha exacerbado los llamamientos a que MC se sume a la construcción de un único polo antilopezobrador.

Delgado se niega a aceptar esta fusión y sus argumentos son, al mismo tiempo, arcanos y verosímiles. El líder del partido naranja dice que basa en sondeos detallados y estudios de campo la certeza de que la “vieja política” no tendrá, ni del oficialismo ni de la oposición, un buen resultado en 2024.

¿Quién puede rebatir el Veracruz que marcas como PRI, PAN y PRD han dejado en el camino de la era de alternar múltiples decepciones y una estela de derrotas en las elecciones locales?

Al mismo tiempo, para qué confiar en él cuando dice que la suya es una fuerza capaz de desafiar a Morena a la presidencia, cuando en el Estado de México y en Coahuila, eventos electorales de este año cargados de simbolismo estratégico, no pudieron presentar caminos de candidaturas. .

Y en las seis elecciones estatales de 2022 su partido tampoco fue factor —en general tuvo menos del 5 por ciento de los votos—, y por supuesto estuvo lejos de ganar las gubernaturas de Aguascalientes, Quintana Roo, Tamaulipas, Guerrero, Hidalgo. y Oaxaca.

Hoy Dante dice que tiene números y una estrategia que demostrará que a pesar de que históricamente el PAN, PRI y PRD pueden significar alrededor del 40 por ciento de los votos, los de Movimiento Ciudadano destronarán estas tendencias para desplazar a esa oposición y desafiar a AMLO por la presidencia. .

Según esto, México ya es como Jalisco en 2018 o Nuevo León en 2021, cuando la población mandó a casa a los partidos históricos, y hasta a Morena, porque hay un rechazo a la “vieja política”. Que diga un expriista, exlopezobradorista, exanayista que tiene su chiste.

Pero que insista en estos argumentos en medio de la efervescencia que ha provocado la llegada de Xóchitl Gálvez en la carrera presidencial es aún más decepcionante, o al menos eso es lo que se pretende desde la ruidosa caja de resonancia que son los medios de comunicación. Comunicación.

Pero también en su partido, las voces de quienes creen que la coyuntura (los duros ataques de AMLO a Xóchitl Gálvez) y la propia elección del próximo año deben ser motivo para revisar la forma en que Delgado toma las riendas en el partido que tiene dos gobiernos emblemáticos.

El líder nacional de MC enfrenta la rebelión del gobernador Enrique Alfaro, dueño del bastión más importante de ese partido. El jalisciense no solo reclama el cierre de Dante a la revisión de la idea de irse solo en 2024, sino también la forma en que procesa las decisiones: no hay diálogo, es el reclamo.

Una semana después del desplante de Alfaro, Delgado se ha reunido con su plantilla en Ciudad de México (sin el gobernador de Jalisco, claro) y ha logrado un cierre de filas del que, no obstante, hay que destacar algunos matices.

Aunque una de las resoluciones del cónclave es que se buscará un diálogo con las principales figuras de MC, Alfaro y el gobernador neoleonés Samuel García, en particular, el encuentro también ha servido para refrendar que la estrategia de los naranjas sigue siendo la de convertirse en la nueva oposición.

Durante la reunión de ayer, Clemente Castañeda, obispo de Alfaro y coordinador de los senadores del MC, no ocultó su cara larga. Y al salir del mitin, donde le encomendaron gestionar la cita con el gobernador de Jalisco, el senador reiteró a la prensa que sigue creyendo que a título personal apoyará a Xóchitl.

Parece que las cifras guardadas con celo por Dante, datos de varias encuestas y grupos de enfoque que se niega a dar a conocer, argumentando que son parte de su estrategia, no convenció a Castañeda de que la mejor opción es cerrar el diálogo. A Clemente y otros.

Porque cuando finalmente tomó la palabra en el momento de los discursos públicos, el neoleonés Samuel García instó con insistencia a sus compañeros de armas a “creerlo”, en un intento de motivarlos que no se sabe si dará frutos.

García, que ha criticado a los partidos que ya hacen proselitismo para elegir candidatos, se pronunció a favor de divulgar las cifras que discutieron en privado, aquellas en las que Dante basa su optimismo y con las que exige que la opinión pública le crea. que ya son la segunda fuerza opositora del país (sic).

Dante guarda con celo los estudios pormenorizados que en el fondo revelarían una verdad banal: que el país no es ese ruido de las redes sociales ni esa histeria de no pocas columnas de opinión, que los mexicanos reconocen bastante a AMLO y nada al PRIAN. . Y quieren nuevas opciones.

Así que para Dante, la llegada de Xóchitl a la carrera por la sucesión en Palacio Nacional es solo el paisaje de una ruta que MC planea trascender: las naranjas definirán el método para tener un abanderado a fines de septiembre, el fecha en la que Morena y la oposición tendrán sus candidatos.

Esto es congruente con la ruta que el líder veracruzano ha trazado desde hace tiempo, la cual podría definirse así: es un error estratégico darle a Andrés Manuel el argumento de que los opositores se juntan porque solo hay dos modelos, el pasado y el presente, y que en esta dicotomía gana el régimen.

En 2021 Dante dijo que a los partidos de alianza y grupos de ciudadanos que desde entonces han impulsado la idea de hacer un frente único de oposición. Según el MC, es mejor ir a cada elección por separado para cuidar y mantener las parcelas que, al aliarse, podrían sufrir reducción, desilusión o derrota.

Resuelta ya que Acción Nacional, los partidos Revolucionario Institucional y Revolución Democrática se unirán en 2024, la movida de Movimiento Ciudadano es presentarse como la alternativa verdaderamente rebelde al régimen y, al mismo tiempo, dueña de una nueva receta.

De ahí las críticas que en los últimos días legisladores naranjas vuelven a formular a panistas y priístas por haber votado leyes o iniciativas junto a Morena o contrarias a la salud institucional de la nación.

La realidad, sin embargo, es que muchas veces el espacio que MC logra en los medios en estos días surge más por el hecho de que dedican su tiempo a defender su independencia que a mostrar sus fortalezas o logros.

Una cosa es que Samuel García afirme que Nuevo León o Jalisco tengan cobertura universal para niños con cáncer, como lo hizo ayer, por ejemplo, en el cónclave naranja, y otra que eso sea algo que pese mucho hoy en el debate, en la discusión pública sobre 2024.

Un argumento como el de García, y el mismo hecho de que MC gobierna entidades con fortalezas que otros estados no manifiestan, está lejos de ser el tema de la elección presidencial del próximo 2 de junio.

La oposición ha sembrado la idea de que lo urgente es sacar a Morena de Palacio Nacional, y que todos los esfuerzos políticos deben apuntalar esa posibilidad. Es eso, y nada más, lo que ha dado impulso a la eventual candidatura de Xóchitl Gálvez.

Se la percibe como quien puede convocar un momento mediático, provocar una ola que remueva unas aguas que Morena pretendía que se viera como un destino manifiesto escriturado a su nombre por varios sexenios.

Que la senadora Gálvez tenga simpatías o un perfil de marketing es secundario: los que apoyan la alianza la quieren por las mismas razones que a ella le disgusta el Palacio. La hidalguense puede crecer, y puede configurarse como una candidata que aglutine diferentes descontentos.

Dante no está en esa melodía. Independientemente de la sospecha de que con su desgana aliancista le hace el juego a su amigo AMLO, Delgado promueve la idea de que el suyo es un partido de futuro, que en 2024 serán una opción ganadora que trascenderá esa cita.

Que el mercado electoral está ávido de una nueva alternativa, que ya vio todo lo que tuvo que ver con Morena, y mucho menos partidos desprestigiados como el PRI, o los que ya desperdiciaron su oportunidad como el PAN.

Y sobre todo, no hay que caer en el fatalismo de que si gana AMLO en 2024, México habrá enterrado su futuro. Él piensa que vale la pena ir solo, incluso si se perdió este diagnóstico.

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