Shakira no es la primera diva latina que se compara con un producto de lujo: “Cambiaste un Ferrari por un Twingo”, dice en su nueva canción. María Félix, la gran estrella del cine mexicano, lo hizo mucho antes que la cantante colombiana. “No te sientas mal si alguien te rechaza. La gente normalmente rechaza lo caro porque no se lo puede permitir”, espetó en una ocasión La Doña. “El dinero no da la felicidad, pero siempre es mejor llorar en un Ferrari”, reconoció en otra ocasión. Hay innumerables citas de Félix que se refieren al desamor y al despecho. El protagonista de películas como Señorita Bárbara cualquiera la mujer sin alma Sabía de lo que hablaba. Tuvo cuatro maridos —entre ellos el bolerista Agustín Lara y el artista Jorge Negrete— y amoríos con figuras como el torero español Luis Miguel Dominguín, quien, según la prensa mexicana, llegó a declarar: “Ella y yo revivimos el romance de Hernán Cortés y La Malinche”.
Durante una intervención en el tocadola espectáculo nocturno que Verónica Castro presentó en El Canal de las Estrellas en 1996, María Félix dijo que había sido una mujer maltratada por los hombres, “pero sólo en las películas”. En la vida real, rechazó al artista Diego Rivera, al diestro Manolete y a otros pretendientes porque, como ella misma dijo, no le hacían bien: “Algunos porque eran feos, otros porque eran muy pobres y yo no”. No es como pedir medias”.
El único hombre que le rompió el corazón fue su propio hermano, José Pablo Félix Güereña. O eso dicen algunos de sus biógrafos. “Yo no sabía nada de tabúes ni prohibiciones y estar cerca de él me parecía lo más natural del mundo”, dijo la diva mexicana sobre esa peligrosa fantasía adolescente. Estaban tan unidos que sus padres los separaron y los enviaron lejos. La propia Doña hablaba de “atracción física y espiritual”, de “amor platónico” y de “incesto blanco” y, como le dijo a su biógrafo, el escritor Enrique Krauze, “el perfume del incesto no tiene otro amor”. En 1937 , Pablo murió en trágicas circunstancias. Unos años después, ella se divorció de su primer marido y se convirtió en una estrella mundial. Siempre se hizo la despistada de ese episodio de su vida y eso la ayudó a potenciar su aura de estrella misteriosa y peligrosa, pero también de enviar un mensaje a las mujeres: “Tienes que llorar por un hombre durante tres días… Y al cuarto te dan tacones y ropa nueva”.
Actrices de cine y televisión, cantantes, presentadoras… Muchas divas latinas han precedido a Shakira en el catártico arte de convertir el despecho en fuente de inspiración artística, la carne de Espectáculo, en materia para un guión o en la letra de una canción. Paquita la del Barrio, que rompió su matrimonio de 25 años tras descubrir que su marido tenía una amante, elevó su canción rata de dos patas (2004) un himno de desamor. en su ranchera Romeo y su nieta (2013), la artista se ríe de los hombres que dejan a sus esposas por otras más jóvenes. “El pañal todavía huele a talco. Ahora fuiste demasiado lejos, de verdad. La verdad parece tu bastón”, canta.
“Pero para mí la más fuerte es la cantante mexicana Irma Serrano, conocida como la tigresa. Mantuvo una relación con un político casado y convirtió el romance en una de las rancheras más famosas y divertidas: traté a un casado”, señala a EL PAÍS la escritora y guionista Valeria Vegas. “Gloria Trevi es otro buen ejemplo. Tenía una relación con su manager, Sergio Andrade, una historia que luego la llevaría a la cárcel. Cuando salió de la cárcel sacó varias canciones de autorrefuerzo y autoestima alta en las que le deja caer indirectas”, explica Vegas.
Verónica Castro, la emperatriz de las telenovelas mexicanas, sufrió más en la vida real que en la ficción. Muchas de las lágrimas que derramó en la pantalla chica se inspiraron en el recuerdo de sus relaciones. A los 22 años quedó embarazada del actor y comediante Manuel Loco Valdés, dos décadas mayor que ella. Cuando supo que él estaba casado, decidió romper la relación y convertirse en madre soltera. “Me enteré de su verdadera vida. Yo tenía pareja y había tenido unas ocho parejas más y mi hijo Cristian iba a ser como el número 13″, confesaría la actriz años después.
Luego se enamoró del enólogo Enrique Niembro. “Pensé que tenía razón esta vez y volví a quedar embarazada, pero no resultó lo que esperaba”. El día que se estaba probando el vestido de novia, Niembro la llamó y canceló el enlace. Ella “Me dijo: ‘Mi mamá no quiere que me case’. Le respondí: ‘No estoy interesado en el matrimonio, puedo mantenerme solo. No necesito un hombre que me alimente o pague mis gastos”. Tiempo después, Verónica Castro inició un noviazgo con el actor Omar Fierro, quien también le fue infiel. “Estaba comenzando su carrera como actor y lo ayudé, así que no lo elegí porque fuera rico o exitoso. Un día lo atrapé engañándome y lo mandé al carajo”. La actriz se volcó en su carrera protagonizando algunas de las telenovelas más exitosas de todos los tiempos: Los ricos también lloran; el derecho a nacer; Amor prohibido; Rosa salvaje; cualquiera Pueblo pequeño, infierno grande. Siempre interpretó a la heroína que, tras sufrir todo tipo de peripecias, salía victoriosa.
Susana Giménez, amiga de Castro y una de las presentadoras más famosas de América Latina, también supo canalizar sus desengaños amorosos en los platós. La comunicadora protagonizó su propia telenovela en el verano de 1998, cuando la televisión argentina cubrió en vivo su ruptura con su segundo marido, Huberto Roviralta, jugador de polo y nieto del aristócrata español Antonio Maura. “¡Ladrón! ¡Hijo de puta! ¿Cuándo te vas a ir de aquí? Vete”, se le escuchaba gritarle a la diva desde la calle. Las cámaras transmitían las escenas en vivo.
Minutos después, Roviralta salía del palacete de los Giménez con la cara ensangrentada. Permaneció en silencio hasta el día siguiente, cuando brindó una multitudinaria conferencia de prensa. “He estado tratando de salvar a la pareja durante mucho tiempo viviendo la humillación. Y sí, pueden ser infidelidades”, reconoció. Sobre su nariz rota dijo: “Huberto me empujó, trató de atacarme y yo me defendí. Le tiré un cenicero.” Era la primera vez que una estrella argentina de esa altura hablaba tan abiertamente no solo de desamor, sino también de maltrato y violencia machista.
“El cenicero en la frente de ese marido inútil e infiel y los más de 10 millones de dólares que le tuvo que dar Susana para cerrar el divorcio llevaron a un debate nacional sobre si era correcto que cuando la mujer era más rica era ella quien debía pagar los ceniceros rotos de una pareja fallida”, escribió este viernes Mercedes Funes, periodista experta en género, en diario argentino infobae. “Desde entonces, el cenicero se ha convertido en un símbolo universal de despecho, casi tan icónico como el vestido de venganza de Lady Diana, pero con un final mucho más feliz. Es que también se convirtió en la certeza de que, si tuviéramos la suficiente independencia, los hombres podían ser prescindibles, aunque costara caro deshacerse de ellos”, agregó Funes en su análisis, respecto a la nueva canción de Shakira.
Moria Casán, otra de las grandes divas argentinas, también hizo historia en la década de los 90. La actriz, presentadora y exvedete se conocieron en su programa de televisión, La noche de Moria, a dos de los hombres de su vida: Mario Castiglione, su segundo esposo y padre de su hija, y Luis Vadalá, quien en ese momento era su pareja. Casán usó la suya programa de entrevistas para despedirse de Castiglione, a quien le quedaba poco tiempo de vida y con quien había tenido un matrimonio complicado, y para intentar salvar su relación con Vadalá, con quien más tarde acabaría rompiendo. La transmisión fue seguida por millones de personas en Argentina. “Nunca fui a un psicólogo y consideraba que el público era el que tenía que saber de mi vida. Un artista no existe sin su público”, decía hace unos años. Entre una diva y sus seguidores no hay lugar para el engaño.