Naku era el nombre de la jaguar hembra preñada que fue atropellada este fin de semana en la carretera 307, que conecta Cancún con Playa del Carmen. Mario Buil, el biólogo que la encontró, señaló que tenía entre tres y cuatro años, y que su bebé, también hembra, tenía más de 90 días de embarazo, es decir, debería nacer en uno o dos días más. Ambos fueron embestido por un vehículo del que no se sabe nada. Su muerte demuestra una vez más los peligros que vive esta emblemática especie en Quintana Roo. Gerardo Ceballos, presidente de la Alianza para la Conservación del Jaguar, señala que entre 2022 y lo que va del año han sido atropellados siete jaguares. “Son muchos, aunque fuera uno solo, sería un montón”, dijo a EL PAÍS. La Fiscalía de Medio Ambiente ha abierto una investigación.
Las imágenes de Naku postrado sobre el asfalto han desatado la indignación por la muerte de otro ejemplar de una especie protegida en México. Buil ha compartido que debió ser atropellada entre las 6 y las 6:20 de la mañana del 2 de febrero entre la playa Secret y el hotel Nickelodeon. “Justo antes de que haya un cartel para cruzar o cruzar un jaguar, no están ahí por decoración o porque se vean bonitos, ni son promocionales de parques turísticos como mucha gente piensa”, ha criticado el biólogo, “los ponemos ahí en base a a un estudio científico y toma de datos que se hace desde hace más de 10 años, si los ves ralentizar, porque de eso depende la vida de diversas especies de fauna y también la de las personas que van en ese vehículo”.
Buil explicó que descubrieron que el jaguar estaba a punto de tener un bebé cuando le hicieron la necropsia. “Naku estaba cruzando la calle para que su cachorro naciera del lado de la costa, ella pasaría al menos tres o cuatro meses de ese lado criando y alimentando a su cachorro. Lamentablemente la atropellaron y las 2 hembras fallecieron”, escribió en una publicación de Facebook.
El presidente de la Alianza para la Conservación del Jaguar explica que el atropello de Naku es muy triste, pero no sorprende, ya que la construcción de caminos ha provocado una ruptura del bosque y por ende una fragmentación del hábitat de los animales. Los jaguares suelen dividir su territorio en grandes áreas que rondan, en el caso de los machos, entre 100 y 200 kilómetros cuadrados; cuando su área es interrumpida por la infraestructura, muchos de ellos deben cruzarla para seguir ocupando ese territorio. “El paso de las carreteras crea ecosistemas divididos y los animales tienden a atravesar sus territorios, aunque permanezcan fragmentados. Se cruzan porque los machos se desplazan, porque buscan comida o nuevos territorios, o porque se separaron del medio que utilizaban”, explica Ceballos.
Este problema no es nuevo. Los biólogos llevan años estudiando por dónde se cruzan estos animales e insistiendo en crear los llamados pasos de vida silvestre: zonas seguras para el paso de animales. Estos pueden ser más bajos, es decir, por debajo de la carretera, o elevados. Estos pasos aún son insuficientes, advierten los biólogos. En el tramo por el que atravesaba Naku había un cartel avisando del paso de fauna, pero Ceballos señala que estos carteles hacen “poco” y aboga, hasta que se cree el paso, por construir unos badenes. “Es una vía muy transitada que va entre pedazos de selva y hoteles. La gente maneja muy rápido, lo que lo ha convertido en una barrera muy peligrosa, porque pasan muchos jaguares”, revela.
El jaguar es la especie emblemática de América, donde es el depredador más grande y vive en 18 países, desde el norte de México hasta Argentina. También es el carnívoro más amenazado de la región, principalmente por la caza furtiva y la pérdida de más del 40% de su hábitat en los últimos 20 años. Hasta mediados del siglo XX su población era muy abundante, pero ahora se encuentra en peligro de extinción.
En México hay un estimado de 4,800 jaguares, la mayoría de ellos concentrados en la costa del Pacífico mexicano y en el sureste del país. La península de Yucatán es la región con mayor población; Reservas como Calakmul y otras reservas estatales, hábitat de este animal, constituyen las áreas forestales mejor conservadas del país. “Con más de un millón de hectáreas protegidas, en los últimos 10 o 15 años se ha incrementado el número de jaguares gracias a estrategias de conservación implementadas en colaboración con gobiernos, organizaciones y terratenientes”, dijo a EL PAÍS la bióloga de la UNAM Daniela Medellín.
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