El fin de un ciclo: Famsa cierra su última tienda en México

Cajas arrugadas en el suelo, estanterías vacías, mercancía desparramada y cartones con anuncios de ‘subastas’ por todas partes. Este fin de semana se produjo el cierre definitivo de las tiendas Famsa, cuya última sucursal en operaciones bajó el telón este 1 de abril, en Monterrey (Nuevo León). Fue esta, su sucursal matriz, la primera tienda que los fundadores abrieron a mediados de los 70.

“Subasta de hasta el 70%”, dicen las últimas publicaciones en redes sociales de la que fue una de las cadenas con mayor presencia en el país y con casi 370 puntos de venta en todos los estados. La última tienda abierta tenía un departamento de electrónica, muebles, calzado y ropa blanca, así como varias ventanas de lo que alguna vez fue su propia sucursal bancaria.

Atrás quedaron los días en que el propio Enrique El perro Bermúdez estuvo a cargo de presentar la publicidad de la tienda minorista, anunciando “cañón de ofertas”, al alcance de la población de escasos recursos en México. Además de hacerse famosa por sus descuentos aparentemente jugosos, la firma otorgaba préstamos para comprar muebles y también se hizo cargo de su propio banco.

Su caída, sin embargo, fue tan precipitada como su ascenso: solo en el último año, los títulos de la compañía cayeron un 94%, cotizando a menos de 50 centavos por acción. Con más de 53 años de historia, Famsa ha sido uno de los protagonistas del sector retail en México, sin embargo, en los últimos años su situación financiera empeoró tras la crisis general del sector por la pandemia.

Al no poder hacer frente a sus compromisos, en octubre de 2020 la firma se declaró en concurso de acreedores, trance del que salió hasta febrero de 2022 tras llegar a un acuerdo con sus acreedores. Luego, los directivos del grupo aseguraron que la inyección de capital por 1.200 millones de pesos y la disminución de puntos de venta les permitiría reflotar sus finanzas.

La noticia de la recuperación nunca llegó. En su informe más reciente enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, la gerencia reconoció, en ese momento, las necesidades de flujo para mantener la continuidad del negocio. “La falta de inventarios para un adecuado abastecimiento de productos duraderos, la imposibilidad de otorgar crédito a nuestros clientes, la reducción significativa de nuestra red de tiendas ya que nuestros arrendadores exigen que se las entreguemos por falta de pago, la falta de recursos para publicidad y capital de trabajo para mantener el negocio en funcionamiento han resultado en una operación limitada”, dijeron.

Hoy queda el viejo recuerdo de la bonanza y una decena de lugares donde vendían sus artículos abandonados, vandalizados y completamente olvidados.

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