Elecciones Coahuila 2023: Manolo Jiménez, el delfín priísta que quiere retener a Coahuila en manos del tricolor |  elecciones mexicanas 2023

Sus opositores lo llaman “el peñanietito”. El candidato priísta a gobernador de Coahuila evoca algo de aquel líder priísta que ganó las elecciones presidenciales de 2012. Joven, guapo, siempre arreglado, con una esposa simpática y carismática. Manolo Jiménez recuerda a más de uno al Enrique Peña Nieto de hace una década. Muy popular entre las mujeres, principalmente damas, la líder de las encuestas para las elecciones en el estado norteño sustenta sus posibilidades en la buena imagen que ha dejado como presidenta municipal de Saltillo, entre 2017 y 2021, y el encanto que despierta en el público. Con todos los pronósticos a su favor, Jiménez buscará el próximo 4 de junio retener el Estado en manos de la tricolor, que gobierna la entidad desde hace casi un siglo.

Si el PRI fuera un lugar hoy, sería Coahuila. El Estado del norte se ha convertido en el guardián de las victorias y males de la tricolor; y el próximo domingo puede convertirse en su último bastión —junto a la Plaza de Durango, conquistada el año pasado— en México. Para mantener la entidad bajo el control de la oposición a Morena, tanto el PRI como el PAN y el PRD han elegido a Jiménez como su abanderado y han montado un esquema de campaña que ya han utilizado en el pasado. Un rostro juvenil que pocas veces se sale del guión, y que ya es conocido por los coahuilanos, pues hasta hace unos meses era el secretario de Inclusión y Desarrollo Social del actual gobierno estatal, que encabeza Miguel Ángel Riquelme. Como le dijeron a Peña Nieto hace 10 años, Manolo es ahora el joven candidato de una vieja esperanza.

Militantes del PRI durante un recorrido de Manolo Jiménez por Saltillo.
Militantes del PRI durante un recorrido de Manolo Jiménez por Saltillo.Islas Mónica González

Tecnócrata de formación, Jiménez tiene un currículum que con una sola lectura deja claro que no sólo apuesta por ser un galán. Estudió ingeniería industrial y de sistemas en el Tecnológico de Monterrey y una maestría en Administración Pública. Según su perfil, después de terminar la universidad realizó diplomados en Estados Unidos y España. A sus 38 años, además de sus cargos en el servicio público, ha trabajado en el sector privado, principalmente en el área de la construcción, donde su familia ha consolidado sus negocios y su riqueza. Esto le ha valido las acusaciones de sus opositores durante la campaña, por presuntamente dirigir su propio cartel inmobiliario y proporcionar permisos de construcción a empresas familiares.

Jiménez siempre ha sido un personaje cercano a los empresarios, algo que genera simpatía en la base panista que lo ha adoptado como candidato. Por eso, su campaña no ha perdido de vista la necesidad de incrementar la actividad económica en la región, que ahora se centra principalmente en la industria, la agricultura, la ganadería y la minería. Por la frontera que Coahuila comparte con Estados Unidos, su propuesta se ha centrado en la deslocalización, la ola de deslocalización de empresas que buscan ubicar sus operaciones cerca de territorio estadounidense por menores costos que los que tendrían en sus países de origen. “Vamos a traer a Tesla”, prometió hace unos días el candidato, fomentando la ilusión con la suerte de su vecino, Nuevo León, que será la residencia de una planta de la empresa de Elon Musk. “Sus hijos de él van a producir carros eléctricos”, pronosticó ante la gente de Saltillo.

El eje de su campaña, sin embargo, ha sido la seguridad. Incluso decidió llevarlo como lema en el nombre de la coalición, la Alianza Ciudadana por la Seguridad. El PRI de Riquelme promueve desde hace tiempo la idea de que Coahuila es un estado “blindado” que no tiene los índices de violencia de sus vecinos Zacatecas, Tamaulipas o Chihuahua. Jiménez ha aprovechado estos números para prometer una política de continuidad, y amenaza con que la llegada de Morena podría significar mayor inseguridad y la entrada de los cárteles. Sus críticos lo refutan con acusaciones de que existe un acuerdo entre el crimen organizado y el gobierno estatal que mantiene los delitos por debajo de otros estados. También acusan al PRI de manejar un “cartel de cristal” de la policía estatal.

Manolo Jiménez baila con una mujer en el barrio Loma Linda de Saltillo (Estado de Coahuila), el 20 de mayo.
Manolo Jiménez baila con una mujer en el barrio Loma Linda de Saltillo (Estado de Coahuila), el 20 de mayo.Islas Mónica González

Las acusaciones no han disminuido la popularidad de Jiménez. Por estos días, en la apretada agenda de eventos que tenía el candidato, todos buscaban sacarse una foto con él. La gente se abalanzaba sobre él en cuanto lo veía y tener un minuto a solas con el priísta parecía misión imposible. Acercarse a menos de un metro se presentaba como una batalla con sus seguidores. En cada rally, hablaba por menos de 15 minutos y luego pasaba una hora y media caminando los 20 a 30 metros desde el escenario hasta su auto. Jiménez se tomó todo ese tiempo para atender los pedidos de sus votantes, saludarlos y despegar autofotos hasta la enfermedad

Los mítines organizados por el PRI en Coahuila también evocaron el esquema de campaña de Peña Nieto, que luego fue utilizado por otros candidatos como Alfredo del Mazo a la gubernatura del Estado de México en 2017 o José Antonio Meade a la presidencia de la República en 2018. Escenarios de 360 ​​grados, actitud cercana a la gente y discursos muy reflexivos. En el caso de Jiménez, estuvo días repitiendo con argumentos manidos, pero bien estructurados, una serie de propuestas de su equipo de campaña que van desde blindar al Estado hasta apoyar a las mujeres o la formación de consejos ciudadanos que se involucren con el operativo. del gobierno

Es la primera vez en la historia que el PRI aparece en alianza con el PAN en Coahuila. Hasta ahora siempre habían sido los mayores rivales por la gubernatura del estado. Pero la política nacional ha hecho mella en la coyuntura local, y se ha convertido en un factor determinante para las elecciones de 2023. Las elecciones estatales se convirtieron en un termómetro de lo que podría pasar en las urnas al año siguiente. Ante el avance de Morena en el país, los partidos de oposición federal decidieron aliarse y apoyar a Jiménez.

Manolo Jiménez en un acto de campaña en Saltillo.
Manolo Jiménez en un acto de campaña en Saltillo.Islas Mónica González

Un indicador del peso que ha tenido el escenario nacional ha sido la retórica del candidato priísta, quien apenas se ha detenido en sus contrincantes locales. La mayor parte de su campaña ha estado diseñada para buscar un voto de castigo para la Administración de Andrés Manuel López Obrador. A unos 15 días de las elecciones, Jiménez se rodeó de deportistas y artistas en un acto en el que reprochó al gobierno federal por “la putada” de niñas de la selección mexicana de nado sincronizado, quienes tras proclamarse campeonas del mundo alegaron la falta de apoyos económicos. .

Luego de terminar ese mitin, el candidato pasó más de una hora atendiendo a la gente. Grupos de mujeres que habían ido al evento se le abalanzaban con cartas para darle y celulares para tomarse fotos. Un entusiasmo que Jiménez ha sabido capitalizar allá donde ha ido. El retrato del heredero de Peña Nieto se pudo ver horas antes, en un popular barrio de Saltillo, donde acudió acompañado de una comitiva de hombres con camisa blanca y cabello engominado, perfumados con alguna marca europea y perfectamente vestidos con sus vaqueros. Allí, un grupo de señoras se peleó por invitar a Manolo a bailar una cumbia. Hicieron fila y él, con un ritmo desenfrenado, rió y bailó hasta que todas las cámaras grabaron la escena.

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