El Estado de México ha elegido a la primera mujer gobernadora en su historia. No importa si esto se lee antes o después de los resultados oficiales del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM). El género del gobernador se decidió hace varios meses, cuando Delfina Gómez y Alejandra del Moral resultaron electas candidatas de Morena y Alianza Va por México, respectivamente. Ante este escenario, la expectativa de una campaña con candidatas mujeres era muy alta. Primero, porque ofrecía la oportunidad de enfocar el momento que atravesamos las mujeres, nuestras desigualdades y oportunidades. Y segundo, porque el Estado de México, que tiene la tasa más alta de feminicidios del país, es un mosaico de los problemas que padecen las mujeres mexicanas. Se ha desperdiciado la oportunidad de ver una campaña que aborda los problemas de las mujeres con una perspectiva del siglo XXI.
Los partidos políticos nos quedaron porque hicieron campañas idénticas a las que han hecho en las últimas décadas: sin detenernos un momento a entender que al presentar una candidata se revisarán con lupa las propuestas en torno a los temas de género, principalmente por las mujeres. Basta con mirar los programas electorales de Del Moral y Gómez. La morenista propuso un gabinete con más mujeres, al entrar en la segunda década del siglo XXI esto ya no tendría que ser una promesa electoral, sino el requisito mínimo para la formación de un Gobierno. Del Moral, por su parte, propuso la creación de aplicaciones móviles para denunciar la violencia de género, cuando estas (y las líneas telefónicas) ya existen y se ha demostrado que no son accesibles para las mujeres con menos recursos. Ninguna de las candidatas abordó, por ejemplo, una propuesta para combatir las causas esenciales de la violencia de género con la que casi todas nos hemos enfrentado alguna vez en la vida. Hay muchos problemas alrededor de las mujeres, las soluciones eran realmente pocas.
Es probable que la razón por la que la campaña en el Estado de México no haya abordado a las mujeres radique en dos imágenes que los candidatos y sus partidos nos ofrecieron el primer minuto después del cierre de las urnas. Por un lado, Alejandra del Moral vestida de rosa, rodeada de los líderes de la Alianza PRI-PAN-PRD —todos hombres— y donde destacaba uno en particular: Alejandro Moreno, con una camiseta roja que se autopromocionaba con blanco. letras por su apodo. , Alito. El mensaje de Del Moral debió parecerle a Moreno el escenario perfecto para promover sus aspiraciones. Su. En otro lugar, pero no en otra circunstancia, estaba Delfina Gómez, la candidata de Morena, quien cuando compareció a dar un discurso tras el final de las elecciones fue eclipsada por el presidente de su partido, Mario Delgado, quien habló durante 10 minutos antes de dejar el micrófono al candidato por solo dos minutos más. El mensaje de Gómez debió parecerle a Delgado el escenario perfecto para hablar de la nueva hegemonía de su fuerza política. El partido que lidera.
¿De qué sirve la política si no escucha a la mitad de la población? ¿De qué sirve tener una candidata, si no es posible conocer su experiencia como mujer? ¿Cuándo vamos a escuchar sus voces ante las de los hombres que dirigen sus partidos? Existe la posibilidad de que la elección presidencial de 2024 nos ofrezca otra campaña con varias candidatas. Sería un buen momento para que las fuerzas políticas reconsideren la forma en que abordan a las mujeres como votantes. No basta con hacer marketing, pintar todo de rosa, prometer dinero o decir “vota por mí, que soy mujer”. Una candidata (y su equipo) debe tener un discurso bien articulado sobre la lucha de las mujeres mexicanas en este momento que aborde, para empezar, temas como el feminismo, el aborto y la violencia de género. Algo que les hable. Es fundamental conocer sus experiencias en ascenso político y cuál es su posición frente al machismo que existe en sus propios partidos. Dejar de ignorar la violencia política a la que son sometidos un día y otro. Reconocer que para todas las mujeres —también para las políticas— el camino hacia sus metas siempre es cuesta arriba y que no es una debilidad.
Una de las razones por las que el movimiento de mujeres ha cobrado cierto impulso en los últimos años tiene que ver con el hecho de que nos vemos representadas. Últimamente es difícil que una figura política haga esa conexión con un sector de la población tan importante como son las mujeres. A muchos políticos les extraña que este movimiento no tenga un líder que se destaque del resto, cuando lo que vemos en las experiencias de los demás somos nosotros mismos y con eso basta. Los partidos políticos enfrentan un enorme desafío en los próximos años —si no meses— para comprender a las mujeres mexicanas, plantear propuestas que tengan sentido para nosotras o al menos llamar nuestra atención, y desarrollar programas electorales serios que sean viables una vez que lleguen. al gobierno Lo más difícil es demostrarles que son dueñas de sus decisiones, aprovechar el capital político que les da el hecho de haber nacido mujer… y dejarlas hablar.
Suscríbete aquí hacia Boletin informativo de EL PAÍS México y recibe toda la información clave de la actualidad de este país
Suscríbete para seguir leyendo
Leer sin limites