En el plantón a las puertas del Supremo: “Es terrible tener un Poder Judicial que está contra el pueblo”

En las escalinatas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la Ciudad de México, un hombre grita un sermón a través de un megáfono que se le coloca de vez en cuando. Parece un predicador enseñando a los fieles acerca de él. Unas decenas de seguidores del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, se han refugiado a las puertas de la corte en señal de protesta porque consideran que los ministros de la Corte son “corruptos” que están en contra del “pueblo”: un mensaje que transmite el presidente todos los días desde su tribuna por la mañana, esa especie de conferencia de prensa que se transmite a todo el país y en la que el líder de derecha e izquierda nombra a los héroes y traidores de la patria. No necesita evidencia para respaldar sus afirmaciones o hechos para respaldarlo. Y el discurso, por supuesto, cala.

En política, el ruido suele prevalecer sobre los hechos. Como ejemplo, el llamado “mega plantón” contra la SCJN, que acapara los artículos de prensa desde que comenzó el domingo: a las 12 de la mañana de este martes, apenas una treintena de personas se refugian del sol en tres pequeñas carpas. La mayoría cumplió 60 años y hace tiempo que dejó el trabajo para sobrevivir con su pensión. Distribuyen panfletos con información dudosa, recogen firmas, atienden a periodistas que pasan por el lugar y recitan sus opiniones contra la Corte y su actual presidenta, Norma Piña, considerada por López Obrador como un adversario. Más aún luego de que la SCJN invalidara la reforma aprobada por el Congreso, una de las grandes batallas políticas del presidente, que buscaba transferir el control de la Guardia Nacional al Ejército. En cambio, la SCJN devolvió jurisdicción a la Secretaría de Seguridad.

Manifestantes frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Manifestantes frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.Daniel Augusto (Cuarto oscuro)

El discurso que se escucha por aquí sobre Piña suena extrañamente parecido al que despliega el presidente en sus mañanas. Esperanza López, de 72 años, ha venido de Coyoacán. Antes de que fuera doctora. Su aspecto apacible —cabello gris corto, anteojos redondos, camisa a rayas blancas y salmón— contrasta con una sarta de acusaciones un tanto virulentas contra los funcionarios sin aportar más prueba que su opinión: “Mi descontento es con la actuación de este tipo de estafadores y Ministros vendidos que no gobiernan y no hacen justicia, solo hacen corrupción, se venden al mejor postor. Todas las decisiones que han tomado desde que estuvo el ministro Piña no han sido en beneficio de México, sino para favorecer a los que tienen la plata, y la tienen no por su trabajo, sino porque han cometido puro fraude amparados por el neoliberalismo. gobiernos que tuvimos”.

una relación tensa

La relación de López Obrador con el Poder Judicial es tensa. A principios de enero, Piña se convirtió en la primera mujer en ocupar la presidencia de la Corte Suprema. El presidente, sin embargo, tenía otros planes: su apuesta personal para el cargo era Yasmín Esquivel, todavía ministra de la Corte, pese a los escándalos que ha provocado en los últimos meses, cuando una investigación de EL PAÍS demostró que había plagiado su tesis doctoral. , tras conocer que también copió en su trabajo final de grado. Piña es una presencia incómoda para el líder; un contrapeso a su proyecto político. Los seguidores del presidente incluso quemaron un muñeco del jurista durante una marcha encabezada por López Obrador.

Elementos de la Guardia Nacional resguardando los alrededores de la Corte Suprema de Justicia, este lunes en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Elementos de la Guardia Nacional resguardando los alrededores de la Corte Suprema de Justicia, este lunes en el Centro Histórico de la Ciudad de México.Daniel Augusto (C)

La última polémica fue la invalidación de la reforma que transfirió el control de la Guardia Nacional al Ministerio de Defensa. López Obrador reaccionó al fallo de la Corte acusando a los ministros de ser una “élite corrupta”. “Ni siquiera contesten el teléfono”, ordenó a su equipo, luego de que Piña intentara llegar a un acuerdo con la secretaria de Seguridad, Rosa Icela, para postergar la entrada en vigencia de la medida. Por su parte, Esperanza López también lo tiene claro y cierra filas con el presidente en su iniciativa de fusionar la Guardia Nacional, cuerpo militarizado, con el Ejército.

“¿Y no tienes miedo de darle tanto poder a los militares?”

—No, yo he tenido la experiencia de convivir con gente de la milicia y su comportamiento no es tan malo como el de los civiles, a veces tienes más miedo de que te acerque un policía que un soldado. Si los militares han actuado mal ha sido por órdenes de los presidentes.

Hay bastante consenso en ese punto entre los asistentes a la protesta. Rafael Zúñiga, de 74 años, ha venido en autobús desde Xochimilco. Habla con la voz lenta y temblorosa propia de la edad: “Creo que es hora de pronunciarnos en contra de las acciones negativas que está realizando la Corte. Quieren destruir las acciones positivas que propone el presidente, quieren dejar un país aún peor en términos de justicia y violencia.

La SCJN, consultada por EL PAÍS, responde a través de un portavoz que sus dirigentes se han reunido con los grupos convocantes a la protesta y están preparando una respuesta a las solicitudes de información que les han realizado. La organización también señala que, “ante el tono de violencia”, han solicitado el apoyo de “los cuerpos de Seguridad Pública”, ya que existe “un riesgo potencial para la integridad de los servidores públicos”. “Hasta el momento, los trabajadores del edificio sede han podido asistir a cumplir con sus funciones, apoyados en los filtros de seguridad que han impedido el bloqueo de las entradas”. La Corte sostiene que “el trasfondo político que promueve las manifestaciones del Frente Internacional Obradorista y movimientos afines impide el diálogo”.

En otra manifestación obradorista, el 17 de marzo, también frente al Tribunal Supremo, una mujer se disfraza como forma de crítica al ministro presidente.
En otra manifestación obradorista, el 17 de marzo, también frente al Tribunal Supremo, una mujer se disfraza como forma de crítica al ministro presidente.Mario Jasso (Cuarto oscuro)

la otra planta

Enrique Rivera Siqueiros, de 76 años, fue uno de los fundadores de Morena, el partido del presidente. Vecino de Coyoacán, se emociona cuando empieza a hablar. Su voz es suave hasta que se enciende la grabadora. Entonces, sube el volumen y asume la retórica y el tono de un gran líder político dando una conferencia ante una multitud: “Veo que el poder judicial federal está absolutamente corrompido y necesita ser renovado. Es terrible tener un poder judicial que está en contra del pueblo, favoreciendo y protegiendo los intereses de las transnacionales”.

En una de las tres carpas del “mega plantón”, Sonia Flores (63 años) vende peluches de López Obrador, llaveros del presidente, tazas de café con su rostro impreso. “No es justo lo que nos están haciendo, esta gente se siente agredida por el simple hecho de que les pedimos que cumplan con el proyecto que tienen, deben ser honestos, deben ser legales, hacer su trabajo”, dice la mujer. .

En contraste, 100 metros más adelante, un campamento en el Zócalo desafía al Palacio Nacional, donde reside el presidente. Algunas carpas, varios toldos y decenas de personas en protesta. Es probable que haya más gente que en el “mega plantón”, pero la repercusión mediática no ha pasado por aquí. Julia Suárez, de 43 años, maestra rural que enseña en comunidades “muy marginadas” de Guerrero, explica por qué causas como el derecho a la educación o la salud han venido de varios estados, más prosaicas que la salvación de la patria:

—Los gobiernos anteriores no se preocuparon de dar educación a los hijos de los campesinos, de los indígenas. Mi estado es uno de los más pobres, más marginados y más violentos, precisamente porque los gobiernos no han prestado atención a estos jóvenes que nos hemos dado a la tarea de cuidar. Todos los años tenemos que luchar contra las tasas de matrícula, rechazando alumnos. Tenemos que estar marchando para que estos jóvenes puedan estar dentro de las aulas. El presidente dice que el recurso está destinado, pero mi presidente no puede estar en todas partes. Tenemos que venir y decirle: ‘¿Sabes qué? Las cosas no están bien’. Como docentes nos involucramos en todas las situaciones de las comunidades. Los hospitales no tienen medicinas, no podemos donar sangre porque no tienen reactivos, no hay aparatos operativos, nos mandan a la ciudad, pero está saturada. La gente se está muriendo. Creemos en el Gobierno, pero estamos para hacerles saber que en Guerrero y en otros Estados impera el abandono.

Cuando termina la guerra retórica, es hora de bajar al lodo y hacer política.

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