Héctor Alejandro Cabrera Fuentes: El científico mexicano acusado de espionaje termina su condena en Estados Unidos
Héctor Cabrera Fuentes en Berlín (Alemania).
Héctor Cabrera Fuentes en Berlín (Alemania).Cortesía

El científico mexicano Héctor Alejandro Cabrera Fuentes está cerca de recuperar su libertad. El investigador fue condenado por espionaje en Estados Unidos a cuatro años de prisión en junio de 2022 por actuar como agente extranjero al servicio del gobierno ruso. El bioquímico de 38 años está detenido en Florida desde 2020 y ya ha cumplido su condena, según ha podido comprobar EL PAÍS en el registro penitenciario estadounidense, donde consta que la fecha de puesta en libertad está prevista para este domingo. Cabrera Fuentes, sin embargo, aún no será liberado porque debe realizar trámites migratorios para ser deportado, lo que podría demorar algunas semanas su regreso a su país de origen, según Ronald Gainor, su abogado.

La vida de Cabrera Fuentes cambió por completo el 17 de febrero de 2020, cuando fue arrestado en el aeropuerto de Miami. Antes de tomar un vuelo a la Ciudad de México, el joven investigador confesó a los agentes del FBI que había sido presionado por el Kremlin para convertirse en informante, así como para seguir y fotografiar a un agente del FBI en Estados Unidos. Debía completar esa misión mientras pasaba por Florida. Los servicios secretos rusos le pidieron que localizara el automóvil del objetivo, obtuviera su número de placa y anotara la ubicación del vehículo.

La confesión truncó una prometedora carrera en los campos de la Cardiología y las Neurociencias. Cabrera Fuentes nació en El Espinal, un pequeño pueblo en el Estado de Oaxaca, uno de los estados más pobres de México. En 2004 ganó una beca y se fue a la ciudad rusa de Voronezh a estudiar en la universidad, sin saber una palabra de ruso y en una época en la que los ataques xenófobos eran frecuentes. De hecho, fue asaltado en una ocasión. Después de un comienzo difícil, se mudó a Kazan para terminar sus estudios en Microbiología, la disciplina que le apasionaba desde que era un niño. En Rusia también hizo su maestría y recibió el premio a la mejor tesis de manos del entonces presidente Dmitri Medvedev. Se graduó con honores de doctorado de la Universidad de Giessen en Alemania y trabajó en Asia, antes de su arresto tenía una titularidad en la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke y en la Universidad Nacional de Singapur.

Héctor Cabrera acompañado de estudiantes en El Espinal.
Héctor Cabrera acompañado de estudiantes en El Espinal.Cortesía

La noticia causó revuelo en El Espinal, donde Cabrera Fuentes es recordado como un héroe por sus logros académicos y como un científico comprometido con su pueblo. Tenía una organización filantrópica para acercar a los jóvenes a la ciencia, otorgaba becas de su propio bolsillo y financiaba viajes al extranjero para grupos de chicos interesados ​​en su obra. A menudo buscó aplicaciones prácticas de su investigación para mejorar las condiciones de vida en su tierra natal, creó una casa prototipo después de los terremotos que azotaron a Oaxaca en 2017 y tratamientos regenerativos para beneficiar la salud de los habitantes. . Tras su detención, sus amigos y familiares señalaron que la gran mayoría de los académicos que habían apoyado su trabajo terminaron por darle la espalda.

El expediente judicial en Estados Unidos indica que Cabrera Fuentes y su esposa se colaron en una urbanización para tomar fotografías del auto que le pidieron que siguiera, pero fue descubierto por guardias de seguridad. Eso fue lo que precipitó su interrogatorio en el aeropuerto de Miami. Los agentes estadounidenses también descubrieron fotografías del automóvil que su esposa le había enviado a través de WhatsApp y que estaban en la carpeta de archivos eliminados de su teléfono. La pareja fue entrevistada en habitaciones separadas hasta que el investigador confesó y le pidió a su esposa que continuara su viaje a México mientras él se quedaba en Florida para solucionar el lío, según sus conocidos.

El avance de las investigaciones reveló que Cabrera Fuentes tenía una segunda esposa y dos hijas en Rusia. Se casó con ella mientras estudiaba en Kazán, sin que nadie lo supiera en México. Esa segunda familia vivía en Alemania, pero había regresado a su país natal para resolver trámites migratorios y administrativos, y luego no se les permitió volver a salir del territorio ruso. El científico fue contactado por un funcionario del Gobierno de Vladimir Putin, quien le prometió destrabar el problema que tenían sus familiares a cambio de que realizara tareas de inteligencia. El investigador comenzó a colaborar con Moscú en 2018.

El científico mexicano acusado de espionaje por EE.UU., Héctor Alejandro Cabrera Fuentes
Héctor Cabrera, en Kazan (Rusia).Cortesía

Cabrera Fuentes inicialmente se declaró inocente, pero se declaró culpable a principios del año pasado y amenazó con enfrentar cargos por declaraciones falsas y un castigo más severo si un jurado lo declara culpable. “Todos cometemos errores en la vida y este es el mayor de los míos”, dijo durante la audiencia de sentencia en junio de 2022. El científico expresó su remordimiento en una corte de Miami y recibió el castigo solo, pidiendo a sus familiares que no acudieran a la corte. “Esta trágica experiencia me enseñó que la libertad y la familia son lo más importante que tienes”, declaró. Fue trasladado a la prisión federal de Jesup en el sur de Georgia, según los registros penitenciarios.

El caso se vio afectado por la pandemia de covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania, así como por declaraciones de altos mandos militares estadounidenses que advirtieron que México era el mayor centro de operaciones del espionaje ruso en el exterior. En medio de un enredo geopolítico, sus abogados y familiares han defendido que era un hombre atrapado por las circunstancias. “Siempre nos hemos sentido y nos seguiremos sintiendo orgullosos”, dijo Héctor Cabrera, su padre, en una carta dirigida a la corte. “Le pido a Dios que sigas volando y persiguiendo lo que amas, que sigas aportando tus conocimientos a la humanidad”, escribió por su parte Lucila Fuentes, su madre.

“Es un líder natural, pero confía demasiado en la gente”, dijo Victor Serebruany, profesor de medicina en la Universidad Johns Hopkins. “Está claro que su exposición internacional lo hizo vulnerable a ser aprovechado y utilizado por los malos”, agregó. Otros documentos judiciales confirmaron que el científico se portó bien tras las rejas y que pasó su tiempo haciendo trabajos de mantenimiento, aunque los detalles sobre su tiempo en prisión son escasos.

La negociación con la Fiscalía contempla un período de tres años de libertad vigilada, así como una deportación de mutuo acuerdo. Fuentes cercanas al caso dijeron a EL PAÍS que los trámites para completar su regreso a México dependen del oficial de inmigración que lleva su caso y que el tiempo de espera suele variar. Su abogado señaló que no tiene previsto dar declaraciones a la prensa cuando salga de prisión. Tras más de tres años de idas y venidas, su gente quiere pasar página. La historia de espionaje que atrapó a todo un pueblo de Oaxaca parece haber llegado a su fin.

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