El día de la presentación perras de reserva En la Ciudad de México, la escritora Dalia de la Cerda esperó en la vereda para entrar. Las escaleras que subían a la sala donde se realizaría la presentación estaban abarrotadas. Hacia las siete de la tarde, los que esperaban hicieron sitio para que subiera la autora y se colocó delante, entre otros dos escritores, para hablar de su libro, que en menos de un año ha sido uno de los más vendidos en el mundo. Editorial sexto piso. “Quiero que la pasemos muy bien esta noche”, dijo. Tenía tiempo hasta las diez para contestar preguntas y firmar libros: “Me gustaría quedarme charlando y perreo, pero tengo trabajo en un diario, que es el que está pagando el Infonavit, y a las diez de la noche yo entra.”
De la Cerda nació en 1985 en Aguascalientes, un pequeño estado en el centro de México. Ella estaba empleada en un centro de llamadas, en una fábrica de dulces y en un bar; vendió cosméticos, rosas negras y ropa de la marca Avon en un mercado de pulgas. Mientras trabajaba en el centro de llamadas, comenzó a estudiar Filosofía en línea. En ocasiones, tuvo que abandonar la carrera por “varios hechos complicados”, como la muerte de su padre o la fuerte depresión que tuvo después. También fundó y codirige el colectivo Morras Help Morras, una de las primeras organizaciones en comenzar a hablar sobre cómo tener un aborto seguro con misoprostol en México. Mientras todo esto sucedía, ella estaba escribiendo.
Había comenzado en la escuela secundaria convirtiendo lo que sentía en diarios privados. Pero llegó a la ficción queriendo ser gótica aplicada. “La subcultura gótica es muy exigente. No era suficiente que supiera mucho de música gótica, que viera solo películas en blanco y negro, sino que también tenía que ser artista. Ella dijo: ‘¿Cuál es el arte más barato que puedo hacer y qué puedo pagar?’. Bueno, literatura, escribir, porque solo necesitaba un cuaderno”, cuenta en una entrevista a EL PAÍS que tuvo lugar a finales de enero antes de la presentación de perras de reserva. Está sentada frente a una pila de libros que tiene que firmar. Ella usa su flequillo negro sujeto con pinzas para el cabello de color rosa; un vestido negro suelto que le llega a los tobillos y tenis blancos con medias. Sus tatuajes bajan desde los codos hasta las manos y suben por el cuello.
“Me costó mucho encontrar mis canciones y mi voz”, recuerda. Los encontró de la manera más triste cuando un primo suyo fue asesinado en Jalisco. Eran los años de la llamada guerra contra las drogas iniciada por el expresidente Felipe Calderón (2006-2012). “Nos dijeron que era por las malas compañías, por sus decisiones de vida, que teníamos que hacerle antidopaje, en lugar de tratar de resolver el crimen y tener verdad y justicia. Me di cuenta de que este país está en la mierda”, agrega. Así supo que quería escribir “sobre la violencia contra la mujer” y que quería hacerlo desde la primera persona. Pero necesitaba mejores condiciones: “Estaba agotada emocionalmente, no tenía dinero, ni siquiera una computadora. Entonces, comencé a buscar becas literarias, y así escribí los primeros textos de perras de reserva”.
perras de reserva es una colección de 13 historias narradas en primera persona por mujeres en situación de violencia. Unos los sufren y otros los ejercen. Entre ellos hay sicarios, personas influyentes, brujas, católicas, prostitutas… La china, por ejemplo, está dispuesta a matar “por un buen billete” y si le piden que describa su vida en una palabra, elige “pérdida de control”. el protagonista de perejil y coca cola abortar sola, en casa, viendo chicas malas y legalmente Rubia. Yuliana es la heredera de un cartel que quiere vengar el asesinato de un amigo. Constanza aspira a salir de su casa “bien casada con un hombre poderoso”. el protagonista de Rosa de sharon Oye voces demoníacas en su cabeza. el de Lentejuela se escapó de casa para poder pintarse los labios y usar vestidos pegaditos pegaditos.
Para crear las voces de las mujeres que narran sus historias en el libro, De la Cerda hizo mucha “etnografía”, dice. “Para cada uno de ellos identifiqué personas en la vida real que trabajaron para mí para construir este personaje. Como soy buena chismosa, hice mucho trabajo de oído”, explica. Quería que los protagonistas fueran “lanzados hacia adelante”. Una de las mujeres lo expresa parafraseando una canción de Tren Lokote en el cuento Dios no golpeó: “La vida es una perra. Por eso hay que patear la jaula, aunque la hija de puta sea valiente. La joven jura que lo intentó “con ganas de ser una niña decente” mientras se viste para robar en una casa rodeada “de violencia, pobreza y robo”.
Diez de los cuentos fueron publicados originalmente en 2019, editados por Tierra adentro. Sexto piso volvió a publicar la colección en 2022 con tres nuevas historias. El libro se convirtió en el tercer éxito de ventas de la editorial el año pasado, después de ceniza en la boca y casas vacias, de Brenda Navarro, y ya va por su tercera edición en México (una tirada de 4,500 ejemplares). Próximamente se publicará en el resto de Latinoamérica, en España e Italia. En marzo, además, De la Cerda publicará un nuevo libro con Sexto piso titulado de los zulos y que aborda su experiencia dentro del feminismo: “Cuando lo estaba escribiendo dije: ‘¡Me van a odiar!’ Pero me han odiado antes. Así que, vamos a ir duro”.
Las marcas en tu letra
El día de la entrevista con EL PAÍS, que tuvo lugar en una librería de la colonia Roma, en la Ciudad de México, De la Cerda acababa de viajar seis horas en autobús desde Aguascalientes, donde vive con su esposo, tres perros y dos gatos. . La curvatura de 70 grados en su tórax, causada por un trastorno genético llamado neurofibromatosis tipo 1, hace que viajar así sea doloroso. La enfermedad no tiene cura ni tratamiento, según dijo en una publicación en la revista. Mal vestido, y también provoca manchas marrones por todo el cuerpo, verrugas y tumores. “Quería hablar del tema en ese texto porque es una de las muchas realidades que me atraviesan, pero no es la que más ha marcado mi construcción como persona”, explica.
“Lo que más me ha marcado es el tema de clase”, dice. Con el éxito de perras de reserva, que “ha sido una cosa muy complicada”: “Dejo aquí y tengo una serie de presentaciones, pero mi realidad inmediata es muy diferente. Muchas becas, muchos éxitos, muchos premios, pero llego a casa y mi preocupación es llevar oxígeno al bebé de mi cuñada. [que nació prematuro], para que tenga leche, para que no le vayan a quitar los servicios sociales a la bebé ya su mamá”. Recientemente se unió a una tendencia de Twitter para responder a las cosas que la mantienen humilde. Ella escribió: “Salgo de mi casa y voy a la tienda de la esquina y veo que venden papel higiénico individual y salchichas sueltas y mitades de queso fresco y me siento humilde”.
A través de Twitter, ensayos – participó en la antología tsunami2editado por Gabriela Jauregui– o por podcastDe la Cerda toma posición casi a diario en temas que le importan: piensa en la cancelación en la literatura, en la última canción de Shakira o en lo “peligroso” que le parece el feminismo que “relega” a la mujer “al lugar de la siempre víctima”. “Las mujeres somos mucho más que la violencia que vivimos”, afirma durante la entrevista y vuelve a perras de reserva: “El mensaje que quería dar es que los lazos entre las mujeres que han sido violentadas son más importantes y más poderosos que la violencia que recibimos y que la solidaridad entre los oprimidos siempre será más fuerte que las alianzas entre los opresores”.
“Si mi libro es bueno o malo o pésimo o si es o no literatura a los ojos de las mentes más audaces de la crítica literaria, honestamente no me importa porque ni siquiera quiero que se sientan tu convocas para mis textos”, escribió en Twitter. En cambio, lee cada uno de los mensajes que le envían en las redes sociales y las reseñas que dejan en la comunidad digital de lectores de Goodreads. La sala repleta en la que presentó su libro en México City es quizás una muestra del cariño que sus lectores le tienen, aunque los asistentes estaban abarrotados el día de la presentación, no cabían todos, no era un salón enorme, había alrededor de 50 personas, pero algunos habían viajado kilómetros. para llegar a la presentación y había esperado una hora antes de que comenzara la charla.
Desde el público le dijeron que el humor “muy ácido” de sus historias “le gusta demasiado”; Compartieron su frustración por querer escribir y tener que “trabajar en cosas que no tienen nada que ver”; Le preguntaron si había pensado en seguir en “la línea de lo fantástico”. Una mujer le envió los saludos que le envió un grupo de presos desde la cárcel que ella había leído perras de reserva.
“Lloraría, pero los estabilizadores del ánimo no me lo permiten”, advirtió De la Cerda. A la autora se le diagnostica un trastorno límite de la personalidad, una condición que le dificulta ver los matices. “Solo veo blanco o negro. Conmigo o contra mi. Con Dios o con el diablo”, explica. Hace unos años, una psicóloga le recomendó dibujarse un sol y una luna en la piel para no olvidar que “conviven en armonía”. Se los tatuó y lleva el recordatorio en blanco y negro en la parte superior de sus pequeñas manos. Por eso si hay que definirlo en una palabra, como hace La china en uno de los cuentos de perras de reserva, elige tres: “Todo o nada”. “Realmente soy así de radical”, le asegura.
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