Jefferson Morley: “En los años sesenta en México había espionaje por todos los frentes”

La historia del espionaje internacional es también la historia de México. Como si de una película de la Guerra Fría se tratara, la capital mexicana se constituyó en ese momento como un importante centro de vigilancia en el que operaban agentes soviéticos, estadounidenses, cubanos y hasta mexicanos. El periodista Jefferson Morley (Nueva York, 64 años) cuenta cómo la política internacional jugó su destino en la metrópolis mexicana. “En los años sesenta en México había mucho espionaje de todos los frentes”, dice por teléfono el reportero de investigación. Durante décadas, los espías llegaron a los niveles más altos del gobierno mexicano. El último en ser vinculado fue el expresidente José López Portillo (1976-1982), sobre quien Morley publicó que había sido agente secreto de la CIA, según un documento recientemente desclasificado.

En la década de 1960, Estados Unidos estableció una base de operaciones secretas en México. En esta casa de seguridad trabajaban unas 11 personas que pasaban horas interviniendo. El centro había sido obra de Winston Scott, un agente estadounidense de la CIA que se desempeñó como jefe de estación de 1956 a 1969. “Fue una operación bastante grande. Creo que llegaron a escuchar 32 números de teléfono diferentes”, dice Morley, autor del libro. Nuestro hombre en México: Winston Scott y la historia secreta de la CIA (Tauro). “Los dos gobiernos compartieron toda la información. Lo que obtuvo la CIA, lo obtuvo el gobierno mexicano. Y lo que obtuvo el gobierno mexicano, lo obtuvo la CIA”.

Jefferson Morley.
Jefferson Morley.El programa de no ficción de Logan

Esta operación de escuchas telefónicas tenía un nombre en clave: se llamaba Lienvoy, en referencia al servicio diplomático. Comunistas, simpatizantes de la izquierda e incluso las embajadas soviética, cubana y checa estaban en la lista de espías. Los documentos desclasificados que ha estudiado Morley indican que los “rivales y críticos” del gobierno mexicano, entonces encabezado por Adolfo López Mateos, también fueron víctimas de espionaje. Algunos que aparecen entre los escuchados son el expresidente Lázaro Cárdenas (1934-1940); el muralista David Alfaro Siqueiros; el líder estudiantil Enrique Cabrera, quien se convirtió en secretario del Partido Comunista Mexicano; o el geógrafo Jorge Tamayo Castillejos. Además, fueron interceptados los teléfonos de la revista Política, de la agencia de noticias Prensa Latina, del Movimiento de Liberación Nacional y hasta de la oficina de inteligencia mexicana llamada Dirección Federal de Seguridad.

Entre los años sesenta y setenta, la CIA actuó libremente en México porque había cooptado hasta a los presidentes mexicanos. La alianza no se trataba solo de compartir información, sino que todos los presidentes que estuvieron al mando entre 1958 y 1982 fueron agentes de la agencia de inteligencia estadounidense. “Scott reclutó al presidente López Mateos como informante. También reclutó a Gustavo Díaz Ordaz, quien estuvo a cargo de Gobernación y luego llegó a la presidencia en 1964. Y a Luis Echeverría, quien trabajó en la Administración de Díaz Ordaz y luego llegó a la presidencia en 1970″, dice el reportero. A estas tres figuras del Partido Revolucionario Institucional se sumó un sucesor, López Portillo, quien se convirtió en el siguiente eslabón de la agencia estadounidense en México.

“El memorándum de la CIA dice que López Portillo era el ‘eslabón de control’. Vínculo significa contacto cara a cara, contacto personal. Y la palabra control significa que él era quien tenía control sobre eso. Probablemente era el jefe de estación de México. [Winston Scott] con quien se reunía López Portillo fue el primero en tener contacto cara a cara. Y este es un trabajo que le había dado Echeverría”, dice Morley. El presidente también mantuvo una “relación amistosa” con Scott, dijo el periodista. “Iba a comer en casa”. Este dato va en línea con lo que dice otro documento desclasificado de la CIA, en el que detallan el presupuesto que gastaron en la oficina que tenían en México. Allí, una de las categorías señaladas para los gastos es “obsequios para funcionarios mexicanos”.

El documento que apunta a López Portillo indica que el presidente estaba al tanto de que Estados Unidos interceptaba llamadas desde una oficina en México. “Las conversaciones interceptadas fueron compartidas por la CIA con el gobierno mexicano. Por lo tanto, López Portillo habría tenido acceso a ellos”, dice Morley. Los agentes no se limitaron solo a los presidentes, agrega el reportero. Un ejemplo es Fernando Gutiérrez Barrios, quien fue secretario de Gobernación con Carlos Salinas de Gortari, pero antes ocupó el cargo de titular de la Dirección Federal de Seguridad, también espiada por la CIA. “Gutiérrez Barrios era un delator”, dice el periodista.

El México de los años de la Guerra Fría no se limitó a la operación de la CIA en el territorio nacional. Otros actores también operaron allí. “Debido a que México tenía una política exterior no alineada, permitieron que la Unión Soviética tuviera una embajada completa en la Ciudad de México. Y también Cuba. Ningún otro país de América Latina dio ese tipo de permiso a los rusos o cubanos para operar en su país.” La capital mexicana se convirtió entonces en un centro de espionaje para estadounidenses, mexicanos, soviéticos y cubanos.

“Los cubanos usaron la Ciudad de México para ayudar a los revolucionarios en otras partes de América Latina. Pero tenían un trato con los mexicanos: ningún revolucionario podía ser apoyado en México. Podrían apoyarlos en otros países, pero allí no. Entonces los cubanos decidieron respetar eso, y los comunistas e izquierdistas mexicanos no recibieron ayuda de Cuba”. En esos años, los grupos comunistas que operaban en México no tenían armas ni dinero de la revolución. Mientras que “los rusos tenían más que ver con tener influencia política en México y lograr que México peleara contra Estados Unidos en la diplomacia internacional”.

La Guerra Fría quedó atrás, pero los fantasmas del espionaje en México nunca se fueron. Con la guerra en Ucrania como escenario internacional, el general Glen VanHerck, jefe del Comando Norte de EE. UU., dijo el año pasado al Senado de su país que México era el lugar donde Rusia tenía más espías desplegados que en cualquier otro lugar. Lo hicieron, supuestamente, para influir en la agenda política estadounidense. Sobre este tema, Morley es tajante y prefiere no hablar. Pero opta por debatir el espionaje actual de Estados Unidos: si la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) pudo espiar a la excanciller alemana Angela Merkel, ¿por qué no habrían de espiar al presidente? andres manuel lopez obrador? “México es un país muy importante para Estados Unidos”.

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