Iván Archivaldo Guzmán es el último de los hijos de El Chapo en ingresar a la lista negra de la DEA. La agencia antidrogas de Estados Unidos ha anunciado este sábado una recompensa de 10 millones de dólares por la captura de Iván Archivaldo, que se une a su hermano mayor, Jesús Alfredo Guzmán, en el ranking de los narcotraficantes más buscados. Una lista dominada de lejos por delincuentes mexicanos dedicados al narcotráfico: ocupan siete de los 10 primeros puestos.
Las autoridades estadounidenses han incrementado la presión sobre los conocidos como Los Chapitos, herederos de una parte de la corona criminal de su padre al frente del Cártel de Sinaloa. Un documento del Departamento de Justicia publicado la semana pasada los retrató como los mayores traficantes de fentanilo, el potente opioide que está causando una epidemia de salud pública al norte de la frontera e incluso se ha convertido en una prioridad diplomática entre México y Estados Unidos. .
Desde la detención de El Chapo Guzmán, condenado en 2019 a cadena perpetua por una corte de Nueva York, se desató una guerra interna en la cúpula de la organización. Las Chapitos controlan una de las facciones, enfrentándose a la facción del veterano Mayo Zambada, uno de los fundadores del Cártel de Sinaloa y ex socio de su padre. Zambada, por cierto, también aparece en la lista de la DEA.
La tercera pata en disputa dentro de la mafia la encabezó Rafael Caro Quintero, otro veterano que regresó al negocio tras 28 años tras las rejas acusado de asesinar al agente antinarcóticos Kiki Camarena. Hasta su arresto el año pasado, el capo era el criminal más buscado por la DEA. Hoy, ese cargo lo ocupa Nemesio Oseguera Cervantes, el mencholíder del Cártel Jalisco Nueva Generación, la mafia mexicana más poderosa en la actualidad y en guerra permanente con Sinaloa.
Los otros tres nombres de la lista son altos mandos u operadores del grupo Los Chapitos. Los documentos del Departamento de Justicia publicados la semana pasada describieron con precisión la nueva estructura del Cártel de Sinaloa con los hijos del famoso capo a la cabeza. Perfeccionando el modelo fundado por su padre hace 30 años a base de marihuana, cocina y metanfetamina, su negocio se ha centrado en incrementar el tráfico de fentanilo a Estados Unidos.
La acusación que el Departamento de Justicia contempla seis cargos contra ellos y otros 25 miembros de la poderosa organización. Sus actividades comenzaron en 2014. El menor de los hijos, Ovidio Guzmán López, El ratóndetenido el año pasado y con su extradición pendiente, fundó entonces su primer laboratorio para procesar fentanilo en Culiacán, capital de Sinaloa.
Guzmán aprovechó las rutas del cártel de su padre para enviar pequeños cargamentos a Tijuana y cruzar la droga por los canales habituales —terrestres, marítimos y aéreos— para llegar a Los Ángeles. Para 2016, el giro en el negocio era más evidente. “La operación de fentanilo del cártel de Sinaloa ha crecido exponencialmente en volumen, escala y sofisticación”, señalan los documentos de la Fiscalía.
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