El juicio contra Genaro García Luna se acerca a momentos decisivos. La Fiscalía dio un cambio de rumbo al anunciar que prepara la declaración de un último testigo estrella y que no llamará a más personas a juicio después del próximo lunes o martes. El turno de las autoridades estadounidenses cambia todo lo previsto: recorta los tiempos previstos, sacude el debate político y obliga a los partidos a tomar decisiones importantes. La recta final de los interrogatorios está marcada por dos incógnitas principales: quién será el llamado as bajo la manga de los fiscales y qué decidirá el exsecretario de Seguridad Pública sobre la posibilidad de defenderse en el banquillo y responder a las acusaciones por él mismo.
“Es su decisión”, dijo César de Castro, quien encabeza la defensa, en una breve entrevista el miércoles frente al Tribunal del Distrito Este de Nueva York. De Castro explicó que el equipo legal está analizando cuál será la estrategia e insinuó que, aunque lo supiera, no iba a adelantar nada a los medios ni a sus rivales. En Estados Unidos es raro que un imputado testifique en un juicio penal en su contra porque lo expone a preguntas de la Fiscalía y lo deja en una posición vulnerable ante el riesgo de cometer perjurio. Sin embargo, otra lectura es que el acusado ve la posibilidad de hablar como una oportunidad para inclinar al jurado a su favor y enviar el mensaje de que las autoridades no tienen un caso sólido. Con todo, si García Luna testifica sobre él en la corte sería una gran sorpresa.
No ha habido audiencias el jueves, viernes o el fin de semana. Detrás de escena hay una pelea entre las partes sobre lo que se va a admitir como prueba y qué temas se les permitirá plantear a los testigos. En el escenario que declaró García Luna, la defensa quiso limitar las cuestiones que pueden preguntar los fiscales. “Tengan cuidado con las puertas que quieren abrir”, les dijo el juez Brian Cogan, quien tiene la última palabra como administrador del juicio. Cogan ha limitado mucho del material que la Fiscalía ha querido presentar al tribunal, como voces que contextualicen la guerra contra las drogas y líneas generales sobre el narcotráfico porque ha considerado que algunos testimonios eran repetitivos. El juez también restringió varios materiales sobre el lujoso estilo de vida del acusado después de dejar el servicio civil en 2012. Eso precipitó a las autoridades a descartar a varios testigos en su lista y muchos en México lo interpretaron como una muestra de debilidad en el caso.
“De hecho, a menudo es un signo de fortaleza, no de debilidad”, explica Daniel Richman, exfiscal federal en el Distrito Sur de Nueva York y profesor de derecho de la Universidad de Columbia. Richman señala que la fiscalía casi siempre tiene que calibrar dos cuestiones en su estrategia durante un juicio. Por un lado, a menudo se enfrenta a la presión de los jueces para que el proceso sea rápido y no tedioso para los jurados. “Siempre hay tensiones como esta entre el juez y los fiscales”, dice. Por otro lado, tienen que presentar pruebas suficientes para convencer al jurado. El académico alude a un dicho en inglés que es común entre los fiscales estadounidenses: delgado para ganar [adelgaza para ganar]. “La idea no es presentar un caso demasiado ‘gordo’ porque puede ser aburrido para el jurado. Si realmente quiere convencerlos, debe presentar un caso breve y poderoso”.
Las restricciones de Cogan sobre qué evidencia es admisible en la corte también ha sido controvertida en México. “No importa tanto si es un caso de alto perfil o no. Más bien, tiene que ver con un conjunto complejo de reglas para las pruebas que tenemos aquí y que los países donde no hay jurado no tienen”, señala Richman. El exfiscal señala que en el sistema estadounidense se cuida mucho la información que se presenta al jurado y cómo puede ser interpretada por ellos. El testimonio tiene la intención de ser creíble y relevante, pero el juez es muy cauteloso con las partes de las declaraciones que pueden confundir o distraer a los miembros del jurado. Hay una amplia gama de lo que se puede preguntar en los interrogatorios y contrainterrogatorios, pero también se requiere que las partes actúen de buena fe y justifiquen sus preguntas. “De lo contrario, se corre el riesgo de presentarles información terriblemente engañosa o falsa”, explica el académico. Sobre estas reglas se discuten muchas excepciones y cada parte busca obtener sentencias favorables en el desarrollo del juicio.
Aunque muchos de los documentos que detallan esta lucha son clasificados, otros escritos muestran que la Fiscalía quiere que el jurado vea fotografías de la riqueza que amasó García Luna cuando aún era funcionario. Parte de esas imágenes ya fueron presentadas ante el tribunal, pese a las objeciones de los abogados de la exsecretaria. George Dietz, investigador del Departamento de Justicia, describió el miércoles fotos encontradas en los dispositivos electrónicos del acusado, principalmente de una residencia de su propiedad en Jiutepec, Morelos. La casa tiene piscina, un amplio patio trasero y está terminada con una fachada blanca y un techo de tejas. Héctor Javier Villarreal, extesorero de Coahuila, la recordó como “una hacienda” y dijo que había lugar para que aterrizara el helicóptero que transportaba a García Luna.
Otras imágenes que la Fiscalía quiere mostrar en la corte son de la casa de la exsecretaria en Jardines de la Montaña, un fraccionamiento exclusivo al sur de la Ciudad de México. También busca mostrar fotografías de varios autos Ford Mustang y motocicletas Harley Davidson. Sergio Villarreal Barragán, El Grande, declaró que Arturo Beltrán Leyva le regaló a García Luna una de esas motos y que a partir de ahí tuvieron varias reuniones para negociar protección para su grupo delictivo a cambio de sobornos. También se pretende exponer un cuadro que mandó pintar al imputado, su colección de armas de fuego y un restaurante. Fue a través de un restaurante que el exfuncionario quiso justificar su solicitud de ciudadanía estadounidense en 2019, de donde se deriva el cargo por hacer declaraciones falsas. La lista de solicitudes de los fiscales termina con la invitación y fotos de su fiesta de cumpleaños 50, para demostrar que la casa de Jiutepec seguía siendo suya después de 2012.
Cada testimonio le permite a la Fiscalía abrir una puerta para presentar pruebas. En este caso, es durante la declaración de Dietz que los fiscales buscarán insinuar al jurado que García Luna tenía más bienes y propiedades de los que podía pagar su salario como funcionario. Además de cuestionar el origen de su riqueza, también quieren presentar como prueba que García Luna descargó documentos judiciales y siguió paso a paso los juicios de Joaquín El Chapo Guzmán y Édgar Veytia para argumentar que estaba consciente de que podía ser detenido. El agente Dietz volverá al estrado el lunes para cumplir con la tarea de ser un medio para presentar la mayor cantidad de pruebas posible.
Inmediatamente después, se espera que sea llamado el llamado “testigo significativo”, como se refirieron a él las autoridades estadounidenses. Las declaraciones de los testigos en los interrogatorios y contrainterrogatorios han tardado uno o dos días, por lo que es posible que la persona que declara sea el último disparo de la Fiscalía, según se ha visto en las últimas semanas.
“Una de las partes más difíciles es cuando llamas a un testigo colaborador al estrado”, reconoce Richman. “La clave es que los jurados lo vean como realmente es. No como alguien que de repente se vuelve ‘bueno’, sino como una persona que está declarando bajo presión, pero de manera veraz”, agrega.
― ¿Y, normalmente, la última persona a la que llamas a testificar es tu mejor testigo?
– No, no necesariamente. A veces, a los fiscales les gusta irse con una bomba, pero otras veces solo buscan atar algunos cabos sueltos.
―¿Como alguien que resume lo que otros han dicho?
– Si puede ser. Puede ser algo que necesites para tu caso o para tener una mayor carga de la prueba, aunque no sea tan interesante. En realidad, depende de muchas cosas.
Cuando la Fiscalía cierre, la pelota estará del lado de la defensa, que ha adelantado que no tiene intención de llamar a más testigos y que sólo está estudiando el hecho de que hable su cliente. Para mediados o finales de la próxima semana, las partes tienen previsto dar sus argumentos finales: la última oportunidad que tienen para dirigirse al jurado antes de que el juez explique las instrucciones del veredicto y delibera el tiempo que sea necesario. No hay un plazo fijo para que decidan si García Luna es o no culpable de los cinco delitos que se le imputan: tres por narcotráfico, uno por delincuencia organizada y otro por falsedad en las declaraciones.
Conspiraciones y el dilema de los cooperantes
El tema más polémico en el juicio ha sido la decisión de los fiscales de basar su caso en las declaraciones de testigos cooperantes y protegidos, incluidos delincuentes y exconvictos. Las tres acusaciones contra García Luna por narcotráfico se enmarcan en lo que se conoce en el ordenamiento jurídico estadounidense como “conspiración”. Por ejemplo, conspiración para la distribución internacional de cocaína, el segundo cargo en su contra. “En muchos países eso no existe, las conspiraciones son un crimen muy estadounidense”, dice Richman. El académico explica que es parte de un marco muy amplio para llevar ante la justicia a personas que pactan con otras cometer un delito. Tiene que ver con planear un acto ilegal y llevarlo a cabo, más o menos como el autor intelectual del crimen.
En este tipo de imputaciones cobran mucha importancia los testimonios de cooperantes que participaron en “la confabulación”, sobre todo si se trata de tejidos complejos, como los vínculos que se buscan demostrar entre García Luna y destacados narcotraficantes. Comienza con la idea de que todos los involucrados desempeñaron un papel diferente y pueden desarrollar una parte específica de ese plan. Richman dice que la forma en que se intenta probar este tipo de delitos varía mucho, pero se suele dar mucho peso a lo que declaran algunos integrantes de la conspiración. También busca complementar sus declaraciones con pruebas físicas: fotos, documentos o comunicaciones interceptadas. “Las autoridades intentan corroborar lo más que pueden los testimonios de los cooperantes, pero siempre habrá cosas que solo se saben porque las dijeron los cooperantes”, añade.
Esto también explica, dice el académico, por qué los abogados defensores tienden a atacar con todo a los cooperantes y por qué también es un riesgo para los fiscales llamarlos a declarar: pocas personas conocen mejor a un delincuente que sus cómplices. “No siempre sabes qué información tiene la defensa para atacar al cooperador, no te notifican a dónde van y es posible que el otro bando lo sepa mejor que tú, porque parte de la premisa de que fueron socios en una empresa criminal”, explica. él.
Estos testimonios a menudo se obtienen bajo la promesa de beneficios, como sentencias reducidas o visas, aunque la palabra final recae en el juez. El sistema estadounidense utiliza estos acuerdos de colaboración para construir casos de alto perfil, aunque la estrategia no está exenta de dudas. “Los estadounidenses nos dimos cuenta de que es la única manera de llevar los casos penales graves a la justicia”, dice Richman, y asegura que otros países, como Brasil o Japón, que se resistieron a este tipo de estrategias, ahora están más abiertos a estos pactos. , especialmente para perseguir a las organizaciones criminales. “En general, estos son tratos que valen la pena, aunque conllevan riesgos y es importante que los jurados, fiscales y jueces sean conscientes de esto y consideren la credibilidad de varios testigos”.
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