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“Hace poco más de 60 años en el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en México, no había baño para ministras, porque tampoco había ministras…” Así lo expresa mi compañera Beatriz y Empecé yo (Almudena Barragán). la crónica sobre el nombramiento de Norma Piña, la primera mujer en ser presidenta de la Suprema Corte de Justicia de México en casi 200 años de historia. Un avance, sin duda, en un país todavía profundamente desigual. “Me siento acompañada, apoyada, consensuada por todos ellos y por todos nosotros. Me siento muy fuerte, porque sé que aquí estamos todos demostrando que podemos”, fueron las primeras palabras de Norma Piña tras ser nombrada.
Su llegada a la cúspide de la judicatura se ha convertido en un impulso esperanzador para jóvenes abogadas y estudiantes de derecho, pero también para organizaciones feministas, ecologistas, LGBT+ y de derechos humanos. La celebración de la figura de Piña no sólo se debe a que es mujer, sino también a que es una jurista de carrera cuyas acciones la avalan con su corte marcadamente progresista a favor de los derechos de las mujeres y otros colectivos.
“Hoy estamos todas aquí a pesar de que históricamente hemos estado sometidas a situaciones de exclusión sistemática y estructural en relación a los hombres, enfrentando desafíos adicionales, en nuestra incorporación laboral, hoy estamos aquí asumiendo la doble y triple jornada invisible, superando las Desequilibrio en el equilibrio trabajo y familia. Como diría el poeta: ‘Hacer camino al caminar’, dijo en noviembre al recibir a los 87 nuevos jueces federales.
Piña ha terminado por romper lo que parecía un techo de cristal inaccesible y presidirá no solo la SCJN hasta diciembre de 2026. El cargo también incluye la presidencia del Consejo de la Judicatura Federal, órgano rector de todo el poder judicial federal. Detrás de ella vienen otros, pero la balanza sigue desequilibrada. En los últimos cuatro años se han designado 227 jueces de distrito —lo que equivale al 50% de los designados desde 1995—, sin embargo, continúan siendo sólo el 40% de los titulares de los tribunales. Y la brecha se hace aún más grande cuanto más alto subes los escalones. Por ejemplo, de los 11 ministros plenarios, solo cuatro son mujeres: Margarita Ríos Farjat, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, además de la actual presidenta. Norma Piña tiene por delante cuatro años en los que abordará temas clave de la agenda feminista, como el aborto, la regulación de la gestación subrogada o la violencia obstétrica, además de temas candentes en el país como la militarización o la prisión preventiva informal.
Casos como el de Piña son cada vez más comunes, en parte como consecuencia de las luchas feministas, pero su llegada a la cima del poder judicial sigue siendo una excepción en el continente, como explica Lorena Arroyo con estas cifras. Según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, al cierre de 2021 la proporción de mujeres ministras en los más altos tribunales de justicia o cortes supremas de la región era del 30,4%. Sus datos reflejan un notable diferencia entre paísescon casos como Guatemala, Panamá y algunas islas del Caribe donde la participación de mujeres en el máximo tribunal supera el 50% y otros donde su presencia es casi inexistente.
Pasaron 30 años para que la Corte Constitucional de Colombia fuera dirigida por mujeres. En 2022, el máximo tribunal del país hizo historia con la elección de las juezas Cristina Pardo y Diana Fajardo como presidenta y vicepresidenta del pleno. El año pasado, por primera vez desde que existe el órgano de justicia, las mujeres fueron mayoría. Hasta la salida, por cumplimiento de su mandato, de la abogada Gloria Stella Ortiz, había cinco magistrados frente a cuatro hombres, explica Sally Palomino. La foto de las cinco marcó un hito. Hace una década, solo una mujer ocupaba un escaño en este tribunal. La última que logró sentarse allí fue Natalia Ángel Cabo, quien el día de su cita dijo que lo había intentado tres veces. La representación femenina en las altas cortes del país alcanza solo el 23% y la paridad aún parece lejana.
La Corporación Excelencia en Justicia estudió la presencia de mujeres en los más altos tribunales de Colombia desde 1996 hasta 2021 y encontró que, por ejemplo, la Corte Suprema de Justicia ha ocupado 119 magistrados, de los cuales solo 18 (15,1%) han sido mujeres. En la sala penal, donde han elegido a 41 magistrados, solo han logrado cuatro nombramientos. Los tribunales más antiguos, el Tribunal Supremo y el Consejo de Estado (CE), son donde se dan peores resultados. El CE, creado en 1817, nombró por primera vez a una magistrada en 1978 y sólo hasta 1991 se seleccionó a una mujer para presidirlo. Desde entonces, se han nombrado 128 magistrados, pero solo 31 han sido mujeres.
A informe elaborado por la Universidad Autónoma de Chile presentado en 2022 sobre la participación de las mujeres en los órganos judiciales de la región refleja el avance de la presencia femenina en los poderes judiciales, fiscales y defensores públicos, con un promedio regional del 51%. Sin embargo, un análisis cualitativo en diez países con las experiencias y opiniones de más de un centenar de juezas, magistradas, académicas y expertas revela que este aumento “no significa que estos espacios garanticen la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, ni que respeten los derechos humanos de las mujeres, o son sensibles al género en el acceso a la justicia”. El análisis corrobora que continúan estando en desventaja, especialmente en su acceso y permanencia en los juzgados. Y el dato es más preocupante cuando se mira a las presidencias de los tribunales superiores: entre 1900 y 2021, solo 43 juezas habían ocupado un total de 4.057 cargos.
A pesar de las barreras, en la región hay y ha habido ejemplos notorios de mujeres al frente de los más altos tribunales y organismos de justicia. Por ejemplo, en Perú, la Corte Suprema y el Poder Judicial están encabezados por una mujer, Elvia Barrios, la primera en ocupar ese cargo. La Fiscalía General de Ecuador tiene como número uno a Diana Salazar, especialista en derechos humanos que además es la primera mujer afrodescendiente en llegar a ese cargo. Además, varios juristas centroamericanos se han destacado al frente de la lucha contra la corrupción y por los derechos humanos, aunque eso haya significado terminar en el exilio, como la exfiscal general guatemalteca Claudia Paz y Paz, quien procesó al dictador Efraín. Ríos Montt. Mientras que otros, como la costarricense Elizabeth Odio, han terminado frente a tribunales internacionales. Odio fue presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y juez de la Corte Penal Internacional y de la Corte Penal Internacional ad hoc por la antigua Yugoslavia.
Como vemos, romper el techo de cristal no es suficiente. La presencia de mujeres cada vez más en las altas cortes debe ser la norma y no la excepción. Algo que mencionó la socióloga mexicana Amneris Chaparro en una entrevista tras la victoria de Norma Piña: “Nos ha costado siglos llegar pero no hay vuelta atrás. Ojalá más mujeres accedan a más espacios de poder. Hay que abrir la puerta para que nunca más se cierre”.
📸 La foto de la semana
Por Lorena Arroyo
El Congreso de los EE. UU. esta semana ha parecido un patio de colegio en el que un pequeño grupo de estudiantes acosadores secuestran la pelota para que nadie pueda jugar. A última hora de la noche del viernes y, tras 15 votaciones y una sesión dramática que acabó definiéndose con una llamada del expresidente Donald Trump a sus congresistas solidarios, el republicano Kevin McCarthy fue elegido presidente de la Cámara de Representantes tras ceder a las exigencias de los más ala radical de su partido. Pero, además de un espectáculo dramático que, como escribe mi compañero Miguel Jiménez, presagia una legislatura disfuncional y conflictiva, las jornadas electorales nos han dejado una imagen muy tierna que invita a la reflexión sobre la división de tareas parentales.
El congresista Jimmy Gómez fue a la votación con su hijo Hodge, de 4 meses, y se lo podía ver dándole un biberón y cambiándole los pañales. Que los legisladores lleven a sus hijos y nietos al día de apertura del año legislativo es común en Washington. De hecho, el bebé de Gómez no era el único niño de la Cámara, pero el representante de California quiso aprovechar la imagen para poner sobre la mesa temas tan importantes como la conciliación familiar y la necesidad de ampliar las ayudas públicas para la crianza de los hijos en un país. donde la licencia de maternidad no está garantizada. De hecho, como cuenta mi colega Antonia Laborde en este artículo, Estados Unidos es la única nación desarrollada del mundo donde no existe una ley nacional que garantice la licencia de maternidad (o paternidad) pagada.
En una de las múltiples votaciones, Gómez respaldó a su colega demócrata Hakeem Jeffries como líder de la Cámara mientras cargaba a su bebé “en nombre de su hijo Hodge y de todas las familias trabajadoras que necesitan la extensión del crédito por hijo”. También era importante para él, según dijo en entrevistas con medios estadounidenses, mostrar la necesidad de una mejor división de las tareas de los padres. “Tenemos que normalizar que los padres estén con sus hijos, sea en la casa o en el trabajo (…) Los hombres tenemos que poner de nuestra parte. No ponemos en riesgo nuestras vidas trayendo hijos al mundo como las mujeres”, dijo.
Su esposa Mary, quien es teniente de alcalde de Los Ángeles, también viajó a Washington, pero la incapacidad de los legisladores para ponerse de acuerdo en la elección del orador hizo que no pudiera quedarse hasta el viernes para ver el juramento de su esposo porque tenía que regresar a su ciudad para trabajar. El bebé se quedó con el congresista. “Creemos en la idea de que mi esposa o cualquier mujer no debe ser la cuidadora por defecto”, dijo el legislador. “Mi trabajo es un poco más flexible porque soy el jefe de mi oficina (…) Entonces fue más fácil para mí quedarme con él”, dijo Gómez.
Los Gómez probablemente tengan más facilidades que la mayoría de los estadounidenses para llevar a cabo la tarea de criar a un bebé, pero la imagen de él con su hijo en brazos ha sido un hermoso símbolo en medio del caos para recordar las tareas pendientes en Estados Unidos. en la búsqueda de la conciliación familiar de los trabajadores.
🚀 Una cuenta de Instagram para seguir
Por Mónica Monsalve
ingeniero aeroespacial venezolano, natalia quinteroElla no es solo una de las más de 30.000 personas detrás de Artemis, la misión de la NASA que quiere enviar a la primera mujer a la Luna. También le apasiona la comunicación de la ciencia y el espacio, tema del que pocos hablan, y mucho menos en español. Por eso abrió esta magnífica cuenta de Instagram, stemforaerospace, en la que explica las misiones de la NASA, reconoce a las mujeres científicas y muestra el “detrás de cámaras” de la misión Artemis. ¡Es una cuenta para recordarnos que la ciencia es para niñas! Hace unas semanas hablé con Quintero. Puedes leer la entrevista aquí.
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