Cuando Andrea Cataño escuchó una grabación con la voz de su madre, la poeta mexicana Margarita Michelena, quien recitaba uno de sus poemas, se echó a llorar. Michelena falleció en 1998, pero su voz sigue viva gracias a una iniciativa de Radio UNAM, que desde mediados de los años cincuenta atesora un archivo sonoro, Voz viva, con las voces de escritores de México y América Latina, disponible digitalmente a partir de este Miércoles. “Encontramos las cintas de Margarita Michelena. Estaban rotulados con su nombre, incluyendo la fecha, 1985. Empezamos a investigar para confirmar que era ella. Contactamos a su hija y le dije: ‘Oye, Andrea, creemos que encontramos la voz de tu madre’, pero necesitamos que lo confirmes”, cuenta a este diario Sonia Ramírez, coordinadora de la recolección. El impacto para Andrea Cataño fue doble, pues su grabación fue recibida el 10 de mayo, Día de la Madre. “Es la voz de mi mamá”, respondió Cataño emocionado. “Es inconfundible. Mi mamá fumaba mucho, hasta se escucha cómo está con la voz ronca, porque así es mi mamá, no hay duda”, aseguró. Y es así como Michelena ahora forma parte de este repertorio que reúne las voces de más de 280 creadores, un tesoro sonoro único en América y reconocido por su valor por la UNESCO.
Las autoridades de la UNAM han trabajado durante años para rescatar estas voces de sus archivos, resguardados en más de 650 carretes. El archivo digital, ya disponible en un sitio web Creado para que el público disfrute escuchando cómo sonaban algunos de sus autores favoritos, reúne las voces de personas como Guadalupe Agave Amor, Rosario Castellanos, Octavio Paz, Juan Rulfo, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis o Jaime Sabines. También están ya registrados autores vivos que son clásicos de la literatura mexicana, como Margo Glantz y Elena Poniatowska, y de América Latina, con la voz de Mario Vargas Llosa. También están los de Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Alejo Carpentier y Julio Cortázar de la región. Una de las joyas más llamativas de la colección es la de Gabriel García Márquez, que lee el comienzo de Cien Años de Soledad antes de que se publicara la novela. Y el archivo se amplía, dice Ramírez, ahora con las voces de Cristina Rivera Garza, Javier Sicilia y Luisa Josefina Hernández, la gran dramaturga mexicana recientemente fallecida.
La historia de la visita a la casa de Hernández también es conmovedora. La escritora ya estaba muy enferma cuando ella, tras al menos cinco peticiones, aceptó ser grabada. “Has tenido mucha suerte”, le dijo Alejandro, el hijo de Hernández, a Sofía Ramírez. El equipo viajó a Cuernavaca, esa ciudad de clima primaveral que es refugio de escritores y adinerados de la capital, porque el escritor ya no podía viajar a los estudios de grabación. Hernández llevaba un respirador y Ramírez dice que lamentaba mucho su situación. Ella “quería estar bien grabada, y eso se notaba en toda la grabación, porque siempre quería repetirlo. Le dije: ‘maestra, tranquila, estamos aquí para usted, por mucho que nos demore, no tenemos prisa’. A veces le pedía que descansara, pero ella decía que no. Se conmovió, le gustó la grabación, aunque nos pidió disculpas porque tuvimos que sacar tantas tomas”, narra Ramírez.
Sonia Ramírez y su equipo de 18 personas de la llamada Secretaría de Extensión y Proyectos Digitales de la UNAM son los magos encargados de resucitar las voces de los autores fallecidos y garantizar la eternidad de los que están vivos. Es un trabajo como la alquimia, para lo cual han contado con el apoyo de expertos de la Biblioteca Nacional de Música, donde se han resguardado los 650 carretes que forman parte del acervo de Radio UNAM. En la fonoteca se conservan con sumo cuidado, en bodegas que reúnen las condiciones para evitar su deterioro. “La biblioteca de música evalúa las cintas. Hay que hacer un proceso de rescate, un horneado, como ellos lo llaman, o un lavado de LP. Y una vez que consideran que el material, el formato, el soporte, está listo, hay un proceso de digitalización y una revisión para asegurarse de que el contenido esté completo, sin rayas, sin prisas, sin saltos”, explica Ramírez. Una vez que tienen el archivo digital, este equipo se encarga de subirlo a Internet con toda la información de referencia del autor y el contexto en el que fue creado.
La historia de este tesoro sonoro inicia en 1955. Fue el dramaturgo y poeta nacionalizado mexicano Max Aub quien ese año le propuso al Departamento de Difusión Cultural de la UNAM, universidad donde laboraba, la idea de grabar las voces de los escritores. e intelectuales. Aub acababa de sufrir una situación traumática: era sobreviviente de un campo de concentración y llegó a México en 1942. Su historia la cuenta Benito Taibo, director de Radio UNAM: “Contemporáneo de los poetas españoles de la Generación del 27 y amigo de muchos de ellos, pensó que sus voces no merecían ser olvidadas, sino rescatadas y preservadas para la posteridad, como las de muchos mexicanos a quienes comenzó a conocer y frecuentar”. luz verde al proyecto y en 1957 compraron una grabadora Ampex, un armatoste de bobina abierta que era un aparato de última generación en ese momento, tan raro, caro y fino que el propio Aub tuvo los medios para sacarlo el empaque, cuenta Taibo.La primera voz que grabó Aub fue la del poeta y ensayista Alfonso Reyes, quien falleció en 1959. “Este primer esfuerzo es también la primera grabación sonora de voces intelectuales en el mundo, sentando un valioso precedente que más tarde se llevará a cabo en Francia y una amplio. Inglaterra”, explica Taibo.
Aub, prosigue Taibo, también incluyó en su colección a intelectuales españoles exiliados en México, como Luis Rius, Concha Méndez, Luis Cernuda, Pedro Garfias y Juan Rejano. “Viva voz se convierte así en el repositorio que conserva la memoria sonora de todo un país y parte de la lengua española”, afirma Taibo. La colección reúne más de 300 horas de grabaciones, que a lo largo de su historia han aparecido en 185 LP, diez casetes y 87 discos compactos. Las portadas de algunos de esos discos fueron diseñadas por Vicente Rojo, uno de los grandes artistas plásticos de México. La UNESCO reconoció el enorme valor de la colección y en 2005 la registró como Memoria del Mundo, declaración que obliga a las autoridades a preservar y difundir este legado.
Es lo que ahora cumple la UNAM. Las autoridades de Cultura Universitaria presentaron este miércoles el sitio web donde se pueden escuchar los primeros 80 archivos digitalizados. Los encargados del proyecto aseguran que el resto de la colección estará lista a finales de 2024. Con la presentación actual, también se han elaborado tres pequeños libros ilustrados de Margarita Michelena, Rafael Ramírez Heredia y la escritora, poeta y periodista Myriam. Moscona, que se ha trasladado a formar parte de la colección. “Los discos de Voz Viva fueron formativos para mi generación”, dice Moscona. “Me hicieron levantarme. Por supuesto que hay voces que me hubiera gustado conocer, como la de Federico García Lorca, pero agradezco mucho que exista este archivo. Yo también estoy agradecido y halagado de estar aquí”, añade el autor. “Es un museo sonoro”, dice Myrna Ortega, secretaria de Extensión y Proyectos Digitales de la Cultura UNAM, quien afirma que este es un trabajo hecho principalmente para dejar un legado a las nuevas generaciones. Es por eso que el proyecto también incluye un podcast que estará disponible a partir del 8 de febrero en Spotify. “Las nuevas generaciones desconocen el enorme valor de esta colección”, dice Ortega. Pero a partir de ahora, tanto los más pequeños pegados al móvil como el que tenga curiosidad por escuchar la voz de la gran poeta Pita Amor, sólo tendrá que ponerse unos auriculares y viajar en el tiempo para disfrutar de sus sonetos.