Los caciques del sindicalismo en México: vitalicios, opacos y antidemocráticos

A sus 82 años, Carlos Aceves del Olmo no piensa en la jubilación. El secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), de ochenta años, aún tiene fuerzas para liderar un sindicato de 4.5 millones de afiliados. Diputado y senador por el PRI en varias ocasiones, el dirigente de la CTM intercala desde hace años su faceta de político con la de sindicalista. Si bien tiene una vida en las filas de la Confederación, no fue hasta 2016, tras la muerte de Joaquín Gamboa Pascoe, que Aceves del Olmo asumió el cargo más alto al frente del gremio y como muestra de su liderazgo, este mes de mayo. 1 ocupó la mesa de honor, junto al presidente Andrés Manuel López Obrador, en el acto conmemorativo del Día del Trabajo. Junto a él, otros jefes sindicales mostraron su musculatura política, como Isaías González Cuevas, líder de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) y Francisco Hernández, dirigente sindical de las telefonistas durante los últimos 45 años.

El sindicato CTI, fundado en 1936, fue dirigido inicialmente por el dirigente obrero Vicente Lombardo Toledano y posteriormente por el histórico y vital líder Fidel Velázquez, quien permaneció en la presidencia hasta su muerte. Si bien la CTM reúne muchas de las prácticas más icónicas del llamado sindicalismo charro en México, no es la única. Al amparo del México posrevolucionario y sus posteriores gobiernos priístas, florecieron también una serie de sindicatos cuyos dirigentes se han atrincherado durante décadas. Por ejemplo, Isaías González Cuevas, de 82 años, es dirigente de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) desde hace más de 18 años y al igual que Aceves del Olmo ha ocupado bancas como senador o diputado en más de una ocasión.

El titular de la Confederación Regional de Trabajadores de México (CROM) —un sindicato con más de 102 años de historia— es Rodolfo González Guzmán, de 66 años, y acaba de cumplir más de una década como secretario general. El ahora dirigente ha dado, ha revelado en entrevistas anteriores su trayectoria de más de tres décadas en las filas de la CROM, desde el departamento jurídico del sindicato hasta ocupar el máximo cargo en 2010.

Anacrónico, antidemocrático y opaco, pero aún con un gran músculo de movilización y por ende, de potenciales votantes. Estos son algunos de los adjetivos que surgen cuando se habla de la vida sindical mexicana en los últimos 60 años. Sin embargo, los grandes sindicatos de trabajadores no son los únicos que han eternizado a sus líderes sindicales, las empresas paraestatales y de empresa también tienen un puñado de ejemplos de líderes vitalicios. Hasta 2019, el charrismo El sindicato en México tuvo entre sus máximos exponentes a Carlos Romero Deschamps, el alguna vez poderoso líder del sindicato Petróleos Mexicanos (Pemex). Tras 26 años en el cargo, el sindicalista de Rolex, yates y mansiones de lujo dejó la dirección del gremio en medio de una avalancha de acusaciones por enriquecimiento ilícito y corrupción. Dos años después, incluso se anunció su salida de Pemex.

La salida forzada de Deschamps de la dirección del sindicato petrolero, con unos 90 mil trabajadores afiliados, marcó un hito en la historia del sindicalismo mexicano. Sin embargo, tres años después, en febrero de 2022, los petroleros eligieron a un estrecho colaborador del exjefe sindical, Ricardo Aldana, quien también estuvo entre los asistentes a Palacio Nacional el 1 de mayo y quien encabezará el poderoso sindicato. hasta 2024.

En esa trinchera despareja, la paraestatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) tiene su propio jefe sindical: el líder del Sindicato Único de Trabajadores Eléctricos de la República Mexicana, Víctor Fuentes del Villar, de más de 80 años, quien ha estado en esa silla más de 16 años y concluirá su gestión en 2025. Tras la legitimación de su contrato colectivo, con el 87% de los votos a favor, en diciembre de 2021, el dirigente gremial aseguró que el gesto de legitimación fue una confirmación de la democracia y la vanguardia dentro del Unión.

Si bien la reciente reforma laboral, promulgada en 2019, intenta abrir la puerta a la apertura sindical al obligar a los sindicatos a someter sus contratos colectivos al voto libre, secreto y directo de los afiliados, analistas aseguran que llegar a esta apertura tras casi 100 años de charrismo sindical Será un proceso largo, a gotas.

Manuel Fuentes, especialista en política laboral, destaca que al menos en los últimos 60 años los sindicatos han servido más como instancias de control tanto para el Gobierno, en el caso de las paraestatales, como para las empresas privadas al constituir sus propios sindicatos. “Se validó un sindicalismo, diríamos, muy ligado a prácticas de corrupción, sobre todo venta de puestos de trabajo, control de cuotas sindicales, porque hay un tema de control y luego todos los favores hacen que ese tipo de liderazgo no sea tan fácil de quitar. Adentro, en las bases, los grupos de trabajadores tienen una lealtad, sobre todo por razones económicas, porque les han dado un puesto para un trabajador, para sus hijos o para su esposa y entonces se crean canales de agradecimiento donde es muy Es difícil romper con esos liderazgos”, zanja.

Para Fuentes, la renovación de los dirigentes sindicales aún tardará una década en materializarse. “Todos los partidos políticos, o gobiernos de distintos colores, se han dado cuenta de que los sindicatos tienen una utilidad política o de control”, refiere. A pesar de las malas prácticas de algunos sindicatos, el experto destaca que la figura sindical es una pieza clave para lograr el equilibrio entre el empleador y sus empleados, una herramienta para lograr mejores salarios y beneficios para sus afiliados.

Isaías González, presidente de la CROC, durante una ceremonia en la Ciudad de México.
Isaías González, presidente de la CROC, durante una ceremonia en la Ciudad de México. Guillermo Perea (Cuarto oscuro)

Según el último corte del Centro Federal del Trabajo, a la fecha se han legitimado unos 17 mil contratos colectivos y un número similar se encuentra en proceso de obtener su legitimación, de un universo de más de 129 mil contratos registrados en las Juntas de Trabajo, según a las cifras oficiales.

Diego García Saucedo, socio del Estudio García Velázquez, Abogados y miembro de la Academia Mexicana de Derecho Procesal del Trabajo, detalla que a partir de esta batería de medidas se está gestando un nuevo sindicalismo en México donde ya se vislumbran casos de éxito en la alternancia de controles. El abogado ejemplificó el caso de los trabajadores de Volkswagen en Silao (Guanajuato) donde los empleados optaron por retirar su apoyo a la CTM para dárselo a un nuevo sindicato independiente. “Las viejas confederaciones, si no cambian el chip, si no cambian la forma de pensar y de hacer el sindicalismo, pues no sé, podríamos estar viendo el principio del fin. Es el principio del fin de la vida, de los privilegios injustificados dentro de los sindicatos”

El reto de los nuevos sindicatos independientes

La oportunidad de la alternancia sindical en México también representa un desafío para los nuevos sindicatos independientes. A pesar de las amenazas y la resistencia de sus compañeros, desde hace meses se vislumbra una ebullición de nuevas organizaciones sindicales que han plantado cara a las grandes confederaciones y han arrebatado el contrato colectivo de alguna empresa.

Uno de estos casos ocurrió al interior de la empresa manufacturera Saint Gobain, en Cuautla (Morelos). La chispa del cambio se encendió a fines de 2021 cuando un grupo de trabajadores disidentes de la Confederación de Trabajadores y Campesinos (CTC) buscó formar su propia organización sindical. Así, a espaldas de la antigua confederación —que ocupó el control de la empresa durante 24 años— a través de reuniones clandestinas y conversaciones por WhatsApp, comenzó a gestarse un nuevo sindicato, que a pesar de las presiones tanto del antiguo sindicato como de la propia empresa persistió. y logró quitarle el contrato colectivo a la CTC.

Joaquín Guzmán, secretario general del Sindicato Independiente de Trabajadores de Saint Gobain reconoce la carrera de obstáculos y amenazas que soltó la CTC para ganar el contrato colectivo. “Teníamos miedo de lo que nos pasaría si [el CTC] Sabían que nos estábamos organizando, nos iban a despedir, pero una vez que tuvimos nuestro registro como sindicato independiente, decidimos darnos a conocer en enero de 2022”, dice. Después de una serie de votaciones, en septiembre pasado finalmente lograron representatividad y posterior negociación de un nuevo contrato colectivo que resultó en un aumento salarial del 11%.

Como ellos, y al amparo de la actual reforma, un puñado de nuevos sindicatos de los sectores agrícola, manufacturero e industrial han pedido a los trabajadores un voto de confianza y la oportunidad de cambiar su contrato.

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