Marcelo Ebrard está haciendo mucho ruido. Con la misma rapidez con que entró vestido de traje a Palacio Nacional y salió con una camiseta de verano, el político ha soltado los frenos para esta carrera por la presidencia. No parecen importarles las advertencias del partido, ni las propuestas que fracasan, como la creación de un secretariado de la Cuarta Transformación que encabeza el hijo del presidente Andrés Manuel López Beltrán. Ebrard parece cómodo con el proverbio político que dicta la preferencia de que se hable de él, aunque sea mal. No solo desestima la advertencia del presidente de Morena, Mario Delgado, quien le recordó que su actitud de precampaña electoral contraviene el acuerdo y podría “ponerlo en riesgo si quiere aspirar a algo más adelante”, sino que ironiza. con ella: “Yo creo que todo está prohibido, pero no nos han prohibido soñar, así que vamos a soñar cómo será lo que queramos”, dijo este miércoles tras una reunión con pescadores en Sinaloa, donde se presentaron nuevas propuestas de un futuro gobierno salió a la luz.
Morena se ha saltado los plazos electorales para la elección de su líder presidencial, inventándose un proceso en el que no se habla de candidatos, sino de coordinadores para la defensa de la Cuarta Transformación, que tendrán que competir para ganar una encuesta interna. Con un juego de conceptos intentan sortear las prohibiciones que establece la ley electoral, pero eso ha dejado maniatados a los candidatos para hacer propuestas de gobierno a sus seguidores, con los que estos días se reúnen en sus giras políticas. “Dicen que no hacemos propuestas, sino que va a haber un recorrido por todo el país, como si fuera una visita turística”, se quejó Ebrard, acaparando nuevamente todos los titulares.
Hasta ahora, la candidata llevaba mucho tiempo como “segunda” debido a la percepción general de que Claudia Sheinbaum era la favorita del presidente e imbatible en las encuestas. Esa imagen está cambiando estos días, Ebrard no se da por vencido con su manejo mediático del proceso, estrategia que los analistas ven correcta en la medida en que pueda permitirle cerrar la distancia con Sheinbaum. “Marcelo tiene poco que perder y mucho que ganar, no tiene que cuidar un puesto, sino salir a cerrar la brecha”, dice Enrique Gutiérrez, docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Iberoamericana. . El politólogo califica la estrategia de Ebrard en la ida de la carrera sucesoria como “inteligente y exitosa”, y también como consecuencia directa de la decisión de Morena de adelantarse a los tiempos marcados. “Al borde de lo que se puede y no se puede hacer, se mueven en un espacio donde hay un acuerdo político de civismo con el otro tapasuna especie de limbo en el que no hay reglas claras ni sanciones porque no es una precampaña formal”, comenta el analista.

Este marco difuso que ha propuesto Morena para definir a su candidato electoral es algo que también menciona el historiador del Colmex Humberto Beck: “El procedimiento diseñado es muy vago, y eso le da cierta posibilidad a Ebrard. Todavía no se sabe con certeza quiénes serán los encuestados, si es toda la población, el excanciller tiene espacio para aumentar su popularidad, sobre todo en sectores menos convencidos con Morena, como las clases medias del norte y el Bajío de el país”, dice el analista político. “Amplía su capacidad de presión ante una candidatura [la de Sheinbaum] eso parece predeterminado”, añade. En ese escenario, una propuesta “tan desmedida” como la secretaría de la Cuarta Transformación en manos del hijo del presidente López Obrador, se revela más bien “como una burla a la fidelidad de Sheinbaum al presidente, como una parodia”, explica Beck. . . Y Gutiérrez lo ve así: “Era una apuesta de carambola a tres: si López Beltrán le daba entrada, ganaba; si no, en todo caso, le permitía llegar por la mañana y que todo el mundo hablara de él, precisamente cuál era su misión”.
Ebrard está estirando todos los márgenes para continuar con su estrategia mediática ante las restricciones que ha impuesto el partido, como abstenerse de hacer “descalificaciones” a sus rivales, presentar propuestas de campaña o no dar entrevistas a “medios reaccionarios”. Hay estudios que sostienen que el hijo mayor de una familia elige su propio espacio y el segundo se adapta, para llamar la atención, al terreno que queda desocupado, de manera que si el primogénito sale estudioso y tranquilo, el próximo será rebelde para llamar la atención. mirada paterna. Claudia Sheinbaum ha manifestado su intención de evitar polémicas internas: “En todo este periodo nunca me van a escuchar hablar mal de mis compañeros, nunca; Puedo o no estar de acuerdo con lo que dicen, pero aquí discutimos ideas, proyectos, somos positivos”, dijo el domingo pasado. Ebrard ya había respondido con un plan b: “Invitar a Claudia como secretaria de Gobernación”. Cosas de hermanos.
La apuesta díscola del excanciller, pese a los golpes, conlleva riesgos: estirar demasiado la liga con el presidente y con la dirigencia de Morena. Hasta ahora, la señal desde Palacio Nacional es que las jugadas de Ebrard han estado dentro de los límites de las reglas no escritas en el juego de la sucesión. “Habrá que ver hasta dónde lo permite López Obrador y cuán tolerante es el propio partido”, dice Gutiérrez. Mientras tanto, lo más probable es que Segundo Seguir apostando por marcar el ritmo de la carrera y el contenido de la agenda. “Esta estrategia le ha ganado a Ebrard para que en esa fotografía de partida la gente lo empiece a ubicar y esté en lo más alto de algunas encuestas, habrá que ver si lo puede mantener un año o lo que dure la contienda hasta llegar a sus etapas decisivas”.
Pese a todo, las estridentes propuestas del candidato están acortando distancias con Sheinbaum y dándole una popularidad que antes no tenía. Queda por ver cómo se puede manejar eso en una encuesta que aún está muy borrosa. El canciller, por su parte, sigue soñando con sus seguidores. No está prohibido soñar.
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