Migración en América Latina y el Caribe: El imperativo de los derechos y el desarrollo sostenible | Internacional

Migración en América Latina y el Caribe: El imperativo de los derechos y el desarrollo sostenible |  Internacional

La migración internacional ha adquirido un papel central en el debate político en América Latina y el Caribe. Prácticamente todos los países de la región forman parte de los ciclos migratorios, ya sea como países de origen, destino, retorno o tránsito. Según estimaciones de Naciones Unidas, en 2020, 43 millones de personas en la región vivían fuera de sus países de origen, lo que representa el 15% de la población migrante mundial. Estados Unidos sigue siendo el principal destino migratorio, aunque varios países sudamericanos han atraído a muchos migrantes, especialmente venezolanos. La Plataforma Regional para la Respuesta a Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) estima que hay 6 millones de venezolanos migrantes y refugiados en la región, quienes viven principalmente en Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Brasil.

Los movimientos migratorios en la región se explican tanto por factores de empuje como de atracción. Los primeros incluyen la falta estructural de oportunidades de trabajo decente y las crisis económicas, los desastres ambientales y los efectos del cambio climático, las crisis humanitarias y, cada vez más, el aumento de la inseguridad y la violencia de todo tipo. Las segundas incluyen mayores oportunidades de empleo, estudio, mejores salarios y reunificación familiar.

Si bien América Latina y el Caribe ha sido tradicionalmente tierra de migraciones, uno de los rasgos sobresalientes del panorama migratorio actual es su intensificación y complejidad. Hoy en día, la migración internacional se caracteriza cada vez más por flujos irregulares e incluye migrantes económicos, migrantes ambientales, migraciones forzadas o involuntarias, solicitantes de asilo, refugiados, migrantes en situación irregular, personas objeto de trata, víctimas de trata y migrantes varados, niños, niñas y adolescentes. no acompañados, entre otros. La principal característica de estos movimientos mixtos es la vulnerabilidad de muchas de las personas involucradas.

Las dificultades que enfrentan los migrantes en sus desplazamientos han llegado a aristas inaceptables que nuestras conciencias cuestionan. El tránsito hacia Estados Unidos se caracteriza por la movilidad en caravanas y la migración de niños, niñas y adolescentes no acompañados en Centroamérica y México, así como por el fuerte aumento del flujo de migrantes por la brecha del Darién, una de las zonas migratorias más peligrosas. rutas en el mundo: en 2022 hubo alrededor de 250.000 entradas irregulares, casi el doble que en 2021. En Sudamérica, también hay varias rutas, como el paso fronterizo de Colchane en el altiplano chileno-boliviano, que implican pérdida de seres humanos vidas. Hace unos días, el incendio en un centro de migrantes en Ciudad Juárez se cobró decenas de vidas.

La migración es una cuestión de desarrollo y derechos, que requiere respuestas basadas en una visión integral del desarrollo sostenible y la obligación de los Estados de proteger la dignidad humana sin distinción de género, edad, origen, etnia o condición migratoria. Desde la Comisión Económica para América Latina (Cepal) proponemos una perspectiva enmarcada en una gobernanza migratoria profundamente humana, que permita a los países tomar decisiones adecuadas sin afectar la dignidad de los migrantes y donde se reconozcan sus aportes al desarrollo sostenible.

Las contribuciones de los migrantes son muchas. En varios de los países con mayor inmigración de la región, la población está envejeciendo, lo que plantea la necesidad de incorporar población en edad de trabajar, dado que se empieza a detectar escasez de mano de obra en algunos sectores, como la agricultura, el cuidado o sector servicios. Además, estudios de la CEPAL señalan los aportes significativos al crecimiento económico y la diversidad cultural. En todos los países, las remesas son un factor significativo en la composición del ingreso familiar de los hogares, contribuyendo a paliar situaciones de pobreza. En 2022, el Banco Mundial estimó las remesas recibidas en América Latina y el Caribe en 142.000 millones de dólares, que para países como El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica y Nicaragua representan el 20% o más del PIB.

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También es importante resaltar que durante la pandemia la población migrante en la región ha jugado un papel clave en trabajos de “primera línea”, como el transporte, la salud o los servicios de atención. Sin embargo, son preocupantes las dificultades de acceso al trabajo digno, a la protección social, a la salud, a la educación, así como a la vivienda por parte de muchos migrantes, quienes en nuestra región constituyen uno de los grupos poblacionales más vulnerables. Para permitir que los migrantes accedan al empleo y los servicios sociales, se deben facilitar los procesos de regularización. Asimismo, se debe combatir la xenofobia y la discriminación contra la población migrante.

Los desafíos que plantea la migración deben abordarse de manera multilateral. En 2018, bajo el auspicio de Naciones Unidas, se aprobó el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que constituye el marco para mejorar la cooperación internacional en todos los aspectos de la migración. El Pacto indica que la migración es segura, ordenada y regular cuando se produce de conformidad con las leyes y reglamentos que rigen la salida, entrada y retorno a los Estados y la permanencia en ellos, así como con las obligaciones del derecho internacional sobre respeto, protección y cumplimiento de los derechos de los migrantes, reconociendo y mitigando los riesgos asociados al movimiento de personas. El 25 de marzo, en la Declaración de Santo Domingo de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, los países de la región reiteraron su “compromiso con la migración segura, ordenada y regular, con pleno respeto a los derechos humanos de las personas migrantes”.

En la CEPAL creemos firmemente que la migración debe ser una opción informada y libre, y no una necesidad impuesta por las carencias y el sufrimiento, para lo cual se requiere una perspectiva regional en la gestión migratoria, estableciendo corresponsabilidades entre los Estados y tomando en cuenta la totalidad de los procesos migratorios. ciclo. Asimismo, se recomienda a los Estados actualizar sus leyes migratorias para que respondan adecuadamente a los nuevos desafíos.

Pero, sobre todo, es necesario impulsar un desarrollo productivo, inclusivo y sostenible con más y mejores empleos y oportunidades en los países de origen. Es así como en la CEPAL promovemos el crecimiento, la generación de empleo y la mejora del bienestar, a través de políticas de desarrollo productivo que dinamizan sectores y reorientan patrones de desarrollo hacia sectores más intensivos en conocimiento, con tasas de crecimiento de la mayor demanda y empleo, que beneficia tanto a la población migrante como a la no migrante.

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