
Daniel García ingresó este miércoles a la Ciudad de México por primera vez en 21 años. Le han sorprendido los enormes edificios, las torres corporativas: “La ciudad parece diferente”, dice. En las últimas dos décadas, García no había podido salir del Estado de México. La mayor parte de ese tiempo estuvo en la cárcel, junto a Reyes Alpízar, a causa de un proceso penal que ahora la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sobreseído por haber violado sus derechos. Se ha subido al coche y ha cruzado la línea invisible que separa a las dos entidades para llegar a tiempo a la rueda de prensa, donde acompañado de Alpízar y los abogados han leído la histórica sentencia.
“La Corte declaró la responsabilidad internacional de México por la violación de los derechos a la integridad personal, la libertad personal, las garantías judiciales, la igualdad ante la ley y la protección judicial”, dice el documento, “dichas violaciones a la Convención fueron cometidas en perjuicio de Daniel García Rodríguez y Reyes Alpízar Ortiz, y ocurrida en el marco de su detención y privación de libertad, del proceso penal al que fueron sometidos, de la medida de arraigo que les fue impuesta, y del tiempo que estuvieron en prisión preventiva detención por más de 17 años, los hechos del caso se iniciaron el 25 de febrero de 2002 y se prolongaron hasta el año 2023.
En solo unas pocas docenas de hojas firmadas en San José, Costa Rica, está todo lo que estos dos hombres han defendido durante las últimas décadas. “Tenía que venir de una instancia internacional para que nos creyeran, sobre todo, para que supieran lo que dije desde el principio: que yo era inocente”, dice Alpízar, “tenía que ser un tribunal internacional que viniera a mediar y hacer justicia”. .
En 2001 fue asesinada en Atizapán de Zaragoza (Estado de México) María de los Ángeles Tamés, concejala del PAN en el mismo Ayuntamiento donde Daniel García era secretario. Un año después lo acusan a él y al entonces alcalde, Antonio Domínguez, de haber ordenado el crimen. Meses después es detenida Reyes Alpízar, artesana del mismo pueblo, quien no conocía a ninguno de estos funcionarios. En la primera versión de la Fiscalía, Alpízar había sido cómplice del presunto autor, un hombre de nombre Jaime Martínez. Cuando se comprueba que Martínez estaba en prisión cuando ocurrió el asesinato del regidor, los agentes cambian el papel de Alpízar: pasa a ser quien disparó el arma.
una promesa cumplida
Cuando tres años después, el alcalde Domínguez es liberado gracias a un amparo, Daniel García y Reyes Alpízar “solos en una esquina” hacen un pacto: “Hasta donde lleguemos, pero aquí hay que pelear, porque ni tú ni yo matamos a ese niña”. Han pasado más de 6.000 días desde aquella promesa y hoy, las dos, por separado, la recuerdan.
La Corte Interamericana ha probado que Daniel y Reyes fueron detenidos ilegalmente, que no les leyeron sus derechos, que pasaron —respectivamente— 47 y 31 días en aislamiento sin comparecer ante un juez, que fueron torturados, amenazados y obligados a firmar documentos de que fueron incriminados, que no recibieron asistencia judicial y que el tiempo que pasaron en prisión no fue gratis. “La corte afirma que la dilación en la investigación y el proceso por más de 20 años no puede explicarse por la complejidad del proceso ni por la conducta de las presuntas víctimas, sino por una actividad dilatoria imputable al Estado”, sentencia. Señala.

Por todo ello, la alta corte internacional ha ordenado a México cerrar sus procesos penales, eliminar sus antecedentes y ofrecerles asistencia médica y psicológica gratuita. Además, para compensarlos con 100.000 dólares a cada uno. “¿La reparación? Nadie me puede devolver la vida de mi madre y mi hermano que lucharon por mí hasta morir y no me vieron libre”, dice Reyes Alpízar. Tampoco lo vieron los padres de Daniel García, de quien publicó un foto esta mañana mientras hablaba con los medios.
“Para mí esta sentencia, además de la gran importancia que tiene para otros casos y la historia de México, representa algo quizás simple, pero muy importante: el hecho de limpiar nuestro nombre”, dice Daniel García. “Hay dos cosas que me dio mi familia, el oficio, que somos panaderos, y el nombre. Ese nombre lo recibí intacto y tenía la obligación de entregárselo así a mis hijos ya mis nietos. Para nosotros, eso es suficiente”.
El proceso de García aún no ha terminado. El año pasado, ambos fueron condenados por un tribunal del Estado de México a 37 años. Tras un recurso de apelación, hace dos semanas Reyes Alpízar fue absuelto por falta de pruebas, pero se mantuvo la sentencia de Daniel. Sus abogados solicitaron una orden judicial. Sin embargo, durante varios días y de manera arbitraria, Daniel García fue detenido nuevamente por policías ministeriales y readmitido en el penal de Barrientos, donde pasó 17 años sin condena. Solo duró unos días, porque un juez exigió su liberación. Ahora, tras la sentencia de la Corte Interamericana, su caso deberá ser llevado ante el pleno de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien deberá evaluar si concede un amparo directo, es decir, el fin del proceso penal. . “La Corte Interamericana no es un cuarto tribunal, no puede decidir el fondo, pero se tiene que hacer en México. Pero estoy absolutamente seguro de que la SCJN lo va a hacer así”, explica García.
¿Qué hay después de esto? Daniel García lo tiene claro: “Promover el cumplimiento de la sentencia, ese es nuestro objetivo, nuestra nueva bandera. Esto cierra una etapa, pero abre otra. Tenemos una diferencia con las otras 13 sentencias que hizo la Corte contra México, porque la mayoría de esas víctimas, Radilla Pacheco, Campo Algodonero… Son personas muertas, pero estamos aquí, vamos a promover el fin de la barbaridad que es la prisión preventiva extraoficial, ese negocio de los ministerios públicos que encarcelan sin la mediación del juez. Está obligado”.
Reyes menciona pasar más tiempo con su familiar, para recuperarse: “Porque a veces somos como extraños, no nos conocemos”, dice. A corto plazo, esta noche se va a ir gritando al cerro. “Cuando dijeron la frase yo estaba muy atenta: me quedé sin palabras, quería gritar, llorar, tenía un nudo en la garganta… Cualquier cosa no me derriba, soy un poco fuerte”. dice este hombre que sobrevivió a tres días de tortura en un sótano de la subfiscalía del Estado de México y a 17 años de prisión sin sentencia, “y esto me dejó sin aliento”.
Suscríbete aquí hacia Boletin informativo de EL PAÍS México y recibe toda la información clave de la actualidad de este país