
Un camión calcinado, la fachada de la iglesia atravesada por cientos de impactos de bala y el cuerpo decapitado de un hombre de unos 35 años, de tez morena y 1,70 metros de altura que aún no ha sido identificado. Este ha sido el balance que ha dejado la mañana de este lunes el enfrentamiento entre dos grupos armados en la comunidad de Santa Anita, en Guachochi, Chihuahua, según informó el fiscal Juan Carlos Portillo. Muchos habitantes de la localidad han comenzado a salir de allí para huir de la violencia que no cesa, y que el pasado mes de febrero dejó otros dos muertos tras un enfrentamiento entre hombres fuertemente armados.
Las fuerzas de seguridad han llegado este martes a este asentamiento en el centro de la Sierra Tarahumara para establecer una mesa de diálogo para abordar cómo combatir la inseguridad que se vive en la región. La gobernadora de Chihuahua, María Eugenia Campos, aseguró que ya investigan lo sucedido. “Yo tuve el reporte hace varias horas, pero la investigación continúa”, informó Campos, y recordó que desde el asesinato en esa región de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora se ha dado seguimiento a los trabajos de seguridad y “ha habido mejoras”. . “El Gobierno no quita el dedo de la raya”, dijo el gobernador.
Además del hombre decapitado y la iglesia baleada, las fuerzas de seguridad hallaron una granada de mano, un cartucho para fusil AR-15 y AK-47, según medios locales. El hombre vestía ropa militar verde, pechera marrón y guantes negros. El párroco de la iglesia, Enrique Urzúa, denunció en Sol de Parral que los habitantes de Santa Anita han abandonado sus hogares. “Todo el mundo salió de Guachochi, principalmente los mestizos, que son los que tienen vehículos. Aún quedan las comunidades indígenas que son las que me interesa visitar”, relató Urzúa.
El crimen recuerda al ocurrido hace un año en la misma Sierra Tarahumara, en la comunidad de Cerocahui. Allí, dos sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín Mora, fueron asesinados cuando daban cobijo al guía turístico Pedro Palma, de 60 años, quien también fue asesinado ese día dentro de la iglesia. Unos tipos armados irrumpieron en la sien a balazos y mataron a los tres. Además de los clérigos y el guía, otras cuatro personas fueron secuestradas esa mañana en la comunidad, que apenas supera los 1.000 habitantes.
El principal sospechoso del crimen fue un líder criminal de la zona, José Noriel Portillo, alias El Chueco, quien fue asesinado el 23 de marzo de este año en Sinaloa. Su cuerpo presentaba un orificio de bala en la cabeza ya su alrededor descansaban 16 cartuchos de municiones gastadas. A pesar de la muerte del presunto líder del Cártel de Sinaloa en Chihuahua, la violencia continúa y las autoridades luchan a trancos para detener el intercambio de balas en medio de las comunidades que habitan la sierra.
Suscríbete aquí hacia Boletin informativo de EL PAÍS México y recibe toda la información clave de la actualidad de este país